El cazador de tormentas

Capitulo 1. El bosque oscuro.

Aun no ha salido el sol en Rapid City y las sirenas de policía se escuchan pasar como una incesante catarata de ruido, transitan por la plaza despertando a Samantha que dormía plácidamente, sobresaltada se ha levantado de la cama, sin pensarlo se ha puesto la ropa y ha decidido marcharse a buscar a Jen tal vez hoy con la excusa de haber madrugado les de tiempo de acabar el inventario del pequeño herbolario del que es propietaria.

Antes de marchar hacia su casa, Sam a parado en el café de la plaza, mientras pide el desayuno no puede evitar sonreír imaginando la cara de Jen cuando se de cuenta de que son las seis de la mañana.

Al otro lado de la plaza el detective Alex Young también se despierta sobresaltado por una llamada, los párpados le pesan tanto que no es capaz de ver el nombre que aparece en su móvil, aletargado contesta con la voz ronca.

-Hola, ya puede ser importante para llamar a estas horas.

-Alex soy Tom, ha pasado algo -La voz de Tom esta algo alterada-. Rápido ven al fuerte en Black Hills.

Alex se apresura para salir lo antes posible de casa, ha salido tan rápido que ha olvidado coger su placa, mientras conduce hacia el bosque negro de Black Hills se da cuenta de que tampoco lleva el arma, pero si se ha cerciorado de tener a mano su linterna y la pequeña libreta de tapas azules que siempre le acompañan.

Al llegar al sendero que va al fuerte ve las cintas amarillas y detrás un montón de coches policiales y una ambulancia, parece haber pasado algo grave para que hayan acordonado la zona al fin y al cabo es un bosque en mitad de la nada.

Al bajar del vehículo se queda mirando el firmamento aun levemente iluminado por la luna, una horda de cuervos cruza el cielo celeste como un presagio mal intencionado.

Tom le espera fuera de la zona acordonada, su rostro parece el de una gárgola, lleva la gorra puesta a modo de intento descarado de disimular su cara de cansancio.

-¿Que te pasa?, ni que hubieras visto un fantasma -Alex intenta quitarle dramatismo-.

-Tenemos cuatro cadáveres ahí adentro, nunca había visto nada tan desagradable, Alex no se si deberías entrar…

-¿Donde esta el forense?

-Esta en el interior del fuerte con la científica, pero insisto en que no vayas -Tom conoce bien a su compañero e insiste para evitar una situación innecesaria.

Alex haciendo caso omiso de los avisos entra en la fortaleza o lo que queda de ella, sus muros son tan antiguos que están destrozados y derruidos, la vegetación ha cubierto gran parte del interior de las salas, camina medio a oscuras por un gran pasillo de piedra hasta que llega a lo que parece ser una iglesia. Comprueba que Tom no le mentía, lo primero que ve es el cuerpo de una joven atado a una cruz de piedra que esta en mitad de la sala, la sangre gotea por todo su cuerpo hasta terminar formando un charco en el suelo donde se apoyan sus pies magullados, otra chica esta tendida totalmente inerte y amoratada sobre el frío adoquinado, la sala esta llena de salpicaduras, en las paredes incluso las plantas trepadoras están salpicadas de ese inconfundible tono burdeos.

Unos metros mas adentro se vislumbran las linternas de los forenses y demás policías que trabajan en la iglesia, Alex no puede evitar pensar “Dios, ¿que ha pasado aquí?” mientras mira desconcertado a todas partes.

-¡Detective Young! -El forense Anderson le reclama a voces.

-Anderson, ¿que tenemos?

-Como ya ha visto dos chicas de unos dieciocho años en la iglesia y al fondo dos hombres de entre treinta y cinco y cuarenta…-El forense titubea como si no creyese lo que ha pasado aquí-. Será mejor que lo vea usted mismo, nunca había visto nada igual

Ambos caminan hacia los cuerpos de los hombres, cuando llegan hasta ellos Alex se lleva las manos a la cara y se cubre los ojos.

-Tiene la garganta totalmente arrancada, marcas de colmillos en lo que queda de su traquea, al otro parecen haberle arrancado la mitad de la cara -El forense señala los cuerpos con una lampara. -Aún están calientes, creo que llevan así entre dos y tres horas.

-¿que clase animal cree que ha podido ocasionar estas lesiones?

-Tal vez un puma o un lobo, no puedo confirmarlo hasta que no vea con detalle las heridas

-Sobre las chicas…¿puede contarme algo?

-Las marcas en muñecas y tobillos apuntan a que estuvieron atadas durante varios días, señales claras de abusos sexuales, cortes e incisiones en varias zonas del cuerpo en ambas víctimas, todo apunta a que murieron desangradas, ademas esta la cámara…

-¿Que cámara? -Curioso Alex pregunta

-Sus compañeros han encontrado una cámara de video en la sala, por desgracia le falta la tarjeta de memoria.

El detective Young saca su linterna y observa callado, algo llama su atención, un rastro de sangre que no pertenece a ninguno de los cuerpos que hay en la sala. decide seguirlo volviendo sobre sus pasos de nuevo a la iglesia y después a la puerta, sale del fuerte y el rastro se extiende por la tierra, unos metros mas adelante de la acordonada encuentra un matojo de hiervas bastante prensadas como si se hubiesen tumbado encima, se pone sus guantes de examen y remueve las hojas  con cuidado, debajo la tierra esta empapada y teñida de rojo, lo que sea que haya estado aquí esta gravemente herido o muerto pero no hay cuerpo ni rastro de que alguien haya movido nada, totalmente absorto en sus pensamientos intenta hacerse una idea de lo que ha pasado en el bosque maldito de Black Hills, parece que las leyendas que cuentan a los niños cobren vida por segundos.

“A todas las unidades aquí central”, la radio de los vehículos policiales alerta al agente; “Aviso de posible homicidio en la calle Omaha”. Alex corre a su coche y contesta a la llamada.

-Central, soy el detective Young, deme detalles acudo ahora mismo -¡Tom! -Grita -Nos vemos en comisaría, avísame si hay algo.

Alex inicia la marcha, la calle Omaha no esta lejos de Black Hills, tarda diez minutos en llegar a la entrada de la calle, busca el numero en los pequeños buzones que hay en cada parcela, todas las casas parecen iguales, rústicas y acogedoras vistas desde afuera, pero llenas de secretos en sus interiores.

Finalmente localiza la vivienda, cruza el porche que esta cubierto de hojas secas, la puerta esta abierta pero no parece forzada, el suelo enmaderado de la entrada tiene pisadas de barro que alcanzan las escaleras y suben hasta la planta superior, una vez arriba escucha un fuerte ruido en la zona baja de la casa, se asoma por el barandado y descubre a una mujer rubia y nerviosa a la que parecen habérsele resbalado dos vasos de café de las manos.

-Señorita, no se asuste -Tranquilo habla desde la planta superior -Soy policía, ¿esta bien?

-Baje rápido, ¡Baje!, esta muerta…¡ayudeme!

El detective se apresura a bajar las escaleras, en la sala de estar que se ve desde la entrada principal encuentra a Sam paralizada ante el cuerpo de una joven envuelto en una sabana empapada en lo que parece ser su propia sangre, no se mueve, ni siquiera parece respirar, Alex se aproxima a ella, retira su pelo largo rojizo y alborotado de su cara y coloca sus dedos en su cuello.

-¡Esta viva! -Grita aliviado-. Vamos rápido hay que avisar a emergencias -Entrega su móvil a la otra mujer habiendo marcado el numero de emergencias.

Alex retira levemente la sabana intentando descubrir de donde viene la hemorragia, le descubre el cuerpo que esta totalmente desnudo y observa un gran corte entre sus costilla, bajo el pecho, sabe que podría tener perforado un pulmón y de ser así no cree que aguante hasta que llegue la ambulancia, se dispone a presionar para intentar cortar la salida de sangre, inesperadamente la muchacha mueve su brazo y agarra a Alex de la mano susurrando débilmente “Black Hills”

El detective no puede creer lo que escucha, “Black Hills”, nuevamente vuelve a su mente el horror que acaba de contemplar y un millar de preguntas sobre ese sitio y esta mujer, nada parece tener sentido, demasiadas coincidencias y las huellas en la casa…”¿Que esta pasando?”, “¿Quien se tomaría la molestia de subir a la habitación para coger una sabana y cubrirla? y ¿quien ha llamado a emergencias?,la casa estaba vacía cuando ha llegado, la puerta abierta y la cerraja no parecía forzada.

Capitulo 2. Las borlas de fuego

Tras varias horas desde el incidente de la calle Omaha todo parece volver a la calma, Alex ha estado en la comisaría inquieto por lo que Tom haya podido encontrar en las ruinas del bosque maldito pero es muy tarde y aun no ha regresado con el resto de sus compañeros, a estas alturas lo que sea podrá esperar a mañana, tampoco a conseguido librarse de la imagen de la joven empapada en sangre, esta cansado y decide marcharse a casa.

Al abrir la puerta de su pequeño apartamento ve las maletas de Tess detrás del paragüero de la entrada, mira hacia el interior y la ve con el ceño fruncido sentada esperando.

-Te he llamado mas de diez veces, ¿donde estabas?- Ella le habla con tono frío y distante-¿Sabes que?, me da igual me voy de casa.

-Tess estoy cansado,  déjame hablaremos mañana.

-¿En serio?- Ella coge sus maletas y se va dando un portazo que retumba en toda la casa.

Aliviado por la marcha de Tess el detective se mete en la cama pero en su cabeza solo resuena un nombre “Meredith” el fantasma de su pasado que siempre le atrapa. 

Nervioso y al borde de una taquicardia coge su teléfono y marca con la esperanza de que Tom este despierto pero nadie contesta a su llamada. Abrumado por el estrés y la impaciencia decide marchar al hospital, tal vez consiga algo de información sobre la muchacha herida.

Una vez allí mientras el caos inunda los controles de admisión, una enfermera intenta buscar el numero de la habitación en el que se encuentra la chica, aprovechando que ahora Alex si lleva encima su placa solicita el informe del ingreso de urgencias, quiere comprobar la identidad de la muchacha e indagar para conocer algún detalle o pista que le aclaren los motivos de la agresión.

Espera impaciente obtener detalles del estado de salud de la joven aunque el personal de recepción le advierte de que a estas horas de la madrugada va a ser difícil poder darle lo que busca.

Alterado sale al aparcamiento del hospital y busca en su chaqueta, recuerda que hace tiempo dejo un paquete de cigarrillos en el bolsillo y aunque se había prometido a si mismo que nunca volvería, no puede evitar encender un pitillo y saborear el humo como si se tratase de un manjar.

-¡Tom! -Grita nervioso a su compañero  al verle bajar de una ambulancia

-Alex ha ocurrido un milagro, la hemos encontrado en Black Hills tiritando de frío escondida en las ruinas del fuerte -Una pequeña chica va en la camilla

-¿Ha dicho algo? -Alex tiene curiosidad

-No para de repetir una y otra vez que un lobo blanco mordió las cuerdas que la retenían y escapó.

-¿Que? -Alex le mira con cara extraña mientras se meten en urgencias

-Lo que escuchas, creo que el trauma es muy grave y ahora mismo es imposible obtener una declaración coherente y por cierto…¿que haces aquí?.

-Estaba aburrido en casa y Tess se ha ido -hace una ligera pausa y añade un exacerbado “por fin”.

Tom le mira con la cara que reserva para cuando quiere decirle algo a alguien sin soltar palabra, en ese instante una de las enfermeras entrega la documentación que estaba esperando a Alex, este se da la vuelta y se marcha sin decirle nada a Tom que no se sorprende, sabe que algo ha llamado la atención de su compañero, le conoce lo suficiente como para saber lo que es, seguramente la mujer de la calle Omaha, tan solo ha tenido que escuchar el desinterés que ha mostrado por Tess para crearse una idea.

El detective va camino de la habitación en la que se encuentra la joven, su nombre es Jen.

Al entrar esta oscuro e intenta no hacer ruido para no despertar a la paciente ni a Sam que se ha quedado en el hospital y esta en la silla al lado de la cama, sin embargo Jen esta sentada en total penumbra y lo único que se vislumbra de ella son dos enormes ojos casi encendidos en llamas anaranjadas como dos círculos de fuego y en la mitad sus pupilas negras y grandes muy dilatadas.

Alex se queda perplejo al contemplarla, no dice nada solo camina hacia ella como en una hipnosis obligada, esas borlas naranjas parecen haberle robado el sentido, con forme camina hacia ella parece extinguirse el incendio que la joven porta en su mirada, su rostro femenino y fino cubierto por un largo y sedoso pelo castaño sorprende a Alex que no deja de mirarla pensando “es preciosa”.

-Puede encender la luz Alexander -Jen le habla con cercanía, su voz es dulce y aterciopelada.

-Hace mucho tiempo que nadie me llamaba así y cuando lo hacia estaba enfadada -El detective esta sorprendido -Y dígame, ¿sabe por que esta aquí?.

-Se que me ha quedado otra preciosa marca por lo demás esto es solo otra estancia aburrida.

Alex la mira extraño por la frialdad que muestra la chica, esperaba algo mas de colaboración o que ella le contase algo dramático sobre el suceso, realmente pensaba que se comportaría como una víctima débil y necesitada y no como una mujer con una gran fortaleza interior, su pequeño cuerpo y su hermoso rostro no indicaban en ningún caso tal energía.

-¿Por que has mencionado Black Hills?

-No lo se, no recuerdo nada

-¿por que mencionaste ese lugar?, vamos algo sabes… -cada vez mas incrédulo y sorprendido la recrimina -¿Cual es tu apellido? no esta en el impreso

-Soy Jen, nada mas, solo Jen…¿a que vienen tantas preguntas?

-Esta mañana has aparecido casi muerta en tu casa, tan solo quiero saber que ha pasado

Alex esta desconcertado y abrumado por lo que parece ser una sinceridad desmesurada o una amnesia por el trauma, no va a conseguir nada esta noche mas que un cabreo absurdo que tendrá que tragarse solo así que se aleja hacia la puerta de la habitación pero antes de abandonarla Jen le interrumpe.

-volverás mas confuso de lo que estas -ella le habla con calma.

Se marcha ofuscando y muy mareado, al llegar a casa no puede quitarse de la cabeza el rostro de la mujer, una y otra vez intenta borrar su imagen, mas y mas enfadado por no haber conseguido información se sienta en el sillón apretando contra su pecho un cojín magullado, cierra un segundo los ojos hasta que siente una caricia en su nuca y vuelve a abrir los párpados lo mas rápido que puede.

Se gira pensando en que Tess ha debido recapacitar y ha vuelto a casa, se queda sorprendido al ver a la exuberante Jen y ese fuego intenso que desprende su mirada, ella se abalanza hacia el detective colocando su cara junto a la de el, puede sentir su aliento casi congelado en su mejilla.

-¿Como has llegado hasta aquí?, deberías estar en el hospital…Da igual, no te vayas -Alex no puede evitar sentir una atracción indebida hacia la extraña joven.

Se incorpora para ir hacia ella, pero al girarse una oscuridad inmensa lo cubre todo, siente una presencia muy fuerte cerca de el, mira hacia todas partes hasta que iluminado por la poca luz que entra por la ventana ve la cara de un hombre con unos enormes ojos grises muy brillantes.

-Ella es mía -Tras la advertencia su silueta desaparece.

Alex siente una sacudida en todo su cuerpo y se da cuenta de que sigue sentado en el sillón, muy extrañado intenta buscarle una explicación, piensa en que ha sido un sueño o una alucinación por el cansancio. El malestar le persigue desde que salió del hospital y no pues pensar con claridad.

Capitulo 2. Las borlas de fuego

Tras varias horas desde el incidente de la calle Omaha todo parece volver a la calma, Alex ha estado en la comisaría inquieto por lo que Tom haya podido encontrar en las ruinas del bosque maldito pero es muy tarde y aun no ha regresado con el resto de sus compañeros, a estas alturas lo que sea podrá esperar a mañana, tampoco a conseguido librarse de la imagen de la joven empapada en sangre, esta cansado y decide marcharse a casa.

Al abrir la puerta de su pequeño apartamento ve las maletas de Tess detrás del paragüero de la entrada, mira hacia el interior y la ve con el ceño fruncido sentada esperando.

-Te he llamado mas de diez veces, ¿donde estabas?- Ella le habla con tono frío y distante-¿Sabes que?, me da igual me voy de casa.

-Tess estoy cansado,  déjame hablaremos mañana.

-¿En serio?- Ella coge sus maletas y se va dando un portazo que retumba en toda la casa.

Aliviado por la marcha de Tess el detective se mete en la cama pero en su cabeza solo resuena un nombre “Meredith” el fantasma de su pasado que siempre le atrapa. 

Nervioso y al borde de una taquicardia coge su teléfono y marca con la esperanza de que Tom este despierto pero nadie contesta a su llamada. Abrumado por el estrés y la impaciencia decide marchar al hospital, tal vez consiga algo de información sobre la muchacha herida.

Una vez allí mientras el caos inunda los controles de admisión, una enfermera intenta buscar el numero de la habitación en el que se encuentra la chica, aprovechando que ahora Alex si lleva encima su placa solicita el informe del ingreso de urgencias, quiere comprobar la identidad de la muchacha e indagar para conocer algún detalle o pista que le aclaren los motivos de la agresión.

Espera impaciente obtener detalles del estado de salud de la joven aunque el personal de recepción le advierte de que a estas horas de la madrugada va a ser difícil poder darle lo que busca.

Alterado sale al aparcamiento del hospital y busca en su chaqueta, recuerda que hace tiempo dejo un paquete de cigarrillos en el bolsillo y aunque se había prometido a si mismo que nunca volvería, no puede evitar encender un pitillo y saborear el humo como si se tratase de un manjar.

-¡Tom! -Grita nervioso a su compañero  al verle bajar de una ambulancia

-Alex ha ocurrido un milagro, la hemos encontrado en Black Hills tiritando de frío escondida en las ruinas del fuerte -Una pequeña chica va en la camilla

-¿Ha dicho algo? -Alex tiene curiosidad

-No para de repetir una y otra vez que un lobo blanco mordió las cuerdas que la retenían y escapó.

-¿Que? -Alex le mira con cara extraña mientras se meten en urgencias

-Lo que escuchas, creo que el trauma es muy grave y ahora mismo es imposible obtener una declaración coherente y por cierto…¿que haces aquí?.

-Estaba aburrido en casa y Tess se ha ido -hace una ligera pausa y añade un exacerbado “por fin”.

Tom le mira con la cara que reserva para cuando quiere decirle algo a alguien sin soltar palabra, en ese instante una de las enfermeras entrega la documentación que estaba esperando a Alex, este se da la vuelta y se marcha sin decirle nada a Tom que no se sorprende, sabe que algo ha llamado la atención de su compañero, le conoce lo suficiente como para saber lo que es, seguramente la mujer de la calle Omaha, tan solo ha tenido que escuchar el desinterés que ha mostrado por Tess para crearse una idea.

El detective va camino de la habitación en la que se encuentra la joven, su nombre es Jen.

Al entrar esta oscuro e intenta no hacer ruido para no despertar a la paciente ni a Sam que se ha quedado en el hospital y esta en la silla al lado de la cama, sin embargo Jen esta sentada en total penumbra y lo único que se vislumbra de ella son dos enormes ojos casi encendidos en llamas anaranjadas como dos círculos de fuego y en la mitad sus pupilas negras y grandes muy dilatadas.

Alex se queda perplejo al contemplarla, no dice nada solo camina hacia ella como en una hipnosis obligada, esas borlas naranjas parecen haberle robado el sentido, con forme camina hacia ella parece extinguirse el incendio que la joven porta en su mirada, su rostro femenino y fino cubierto por un largo y sedoso pelo castaño sorprende a Alex que no deja de mirarla pensando “es preciosa”.

-Puede encender la luz Alexander -Jen le habla con cercanía, su voz es dulce y aterciopelada.

-Hace mucho tiempo que nadie me llamaba así y cuando lo hacia estaba enfadada -El detective esta sorprendido -Y dígame, ¿sabe por que esta aquí?.

-Se que me ha quedado otra preciosa marca por lo demás esto es solo otra estancia aburrida.

Alex la mira extraño por la frialdad que muestra la chica, esperaba algo mas de colaboración o que ella le contase algo dramático sobre el suceso, realmente pensaba que se comportaría como una víctima débil y necesitada y no como una mujer con una gran fortaleza interior, su pequeño cuerpo y su hermoso rostro no indicaban en ningún caso tal energía.

-¿Por que has mencionado Black Hills?

-No lo se, no recuerdo nada

-¿por que mencionaste ese lugar?, vamos algo sabes… -cada vez mas incrédulo y sorprendido la recrimina -¿Cual es tu apellido? no esta en el impreso

-Soy Jen, nada mas, solo Jen…¿a que vienen tantas preguntas?

-Esta mañana has aparecido casi muerta en tu casa, tan solo quiero saber que ha pasado

Alex esta desconcertado y abrumado por lo que parece ser una sinceridad desmesurada o una amnesia por el trauma, no va a conseguir nada esta noche mas que un cabreo absurdo que tendrá que tragarse solo así que se aleja hacia la puerta de la habitación pero antes de abandonarla Jen le interrumpe.

-volverás mas confuso de lo que estas -ella le habla con calma.

Se marcha ofuscando y muy mareado, al llegar a casa no puede quitarse de la cabeza el rostro de la mujer, una y otra vez intenta borrar su imagen, mas y mas enfadado por no haber conseguido información se sienta en el sillón apretando contra su pecho un cojín magullado, cierra un segundo los ojos hasta que siente una caricia en su nuca y vuelve a abrir los párpados lo mas rápido que puede.

Se gira pensando en que Tess ha debido recapacitar y ha vuelto a casa, se queda sorprendido al ver a la exuberante Jen y ese fuego intenso que desprende su mirada, ella se abalanza hacia el detective colocando su cara junto a la de el, puede sentir su aliento casi congelado en su mejilla.

-¿Como has llegado hasta aquí?, deberías estar en el hospital…Da igual, no te vayas -Alex no puede evitar sentir una atracción indebida hacia la extraña joven.

Se incorpora para ir hacia ella, pero al girarse una oscuridad inmensa lo cubre todo, siente una presencia muy fuerte cerca de el, mira hacia todas partes hasta que iluminado por la poca luz que entra por la ventana ve la cara de un hombre con unos enormes ojos grises muy brillantes.

-Ella es mía -Tras la advertencia su silueta desaparece.

Alex siente una sacudida en todo su cuerpo y se da cuenta de que sigue sentado en el sillón, muy extrañado intenta buscarle una explicación, piensa en que ha sido un sueño o una alucinación por el cansancio. El malestar le persigue desde que salió del hospital y no pues pensar con claridad.

Capitulo 3. Pistas escondidas

El día despierta sobre la ciudad llenando de luz las calles, pero hoy no es un día como los demás, Rapid City se ha levantado conmocionado por los terribles sucesos que han sucedido en la comunidad, la prensa local ha publicado la noticia del macabro hallazgo en Black Hills, los vecinos no hablan sobre otra tema, sienten miedo y como no la memoria histórica sobre el fuerte maldito no hace mas que acrecentar rumores y leyendas que parecían enterradas hasta hoy.

Alex llega a la comisaría en la que encuentra a cientos de periodistas agolpados en la puerta, al entrar ve al capitán Mallers en la sala de reuniones con el resto de agentes, camina hacia ellos sintiendo en su interior un gran pesar, sabe que han encontrado algo en el bosque, algo que jamas podrá olvidar.

Tom le espera junto a la puerta de la sala con una carpeta de cartón en la mano que le entrega rápidamente mientras Mallers con la voz desecha informa a todo el cuerpo de policía, sus palabras inundan de tristeza a los hombres y mujeres de la pequeña comisaría trece.

-Anoche tras inspeccionar el terreno palmo a palmo apareció una fosa común llena de restos humanos, les pediría que no comenten nada con la prensa hasta nueva orden.

El capitán parece abatido mientras sale entre las miradas tristes de todo el cuerpo, al llegar a la puerta se gira hacia Alex.

-¿Le importaría acompañarme a mi despacho detective?- La expresión del capitán es seria

-Voy con usted señor -Contesta resignado mientras camina tras Mallers.

-Siéntese Alex, prefiero que no diga nada y escuche, se que es usted el mejor detective que tiene esta comisaría pero por su bien quiero que se aleje de este caso.

-¿pero?, ¡señor! yo…

-He leído su historial Young y no quiero ver como esto le hunde en la miseria.

-Capitan, ya han pasado diez años, hace tiempo que entendí que ella esta muerta.

-Insisto, ocúpese de la mujer de la calle Omaha o tomase unos días pero no quiero verlo husmear en lo referente a Black Hills.

Mallers se levanta y deja el despacho sin dar oportunidad al detective para seguir replicando sobre su decisión, enfadado se marcha de la comisaría, tan solo recoge de su mesa un informe sobre el incidente de la calle Omaha. Se mete en el primer bar que ve abierto dispuesto a quitarse sus penas con una botella y a seguir destrozando su vida, no se da cuenta de que Tom le sigue, le espera en una esquina del tugurio donde se ha metido, cuando se ha bebido unos cuantos vasos de Bourbon Tom se acerca a él y le aparta de la barra negando con la cabeza mientras le mira y tira de su brazo sacándole de ese sitio horrible.

-No tengo derecho a juzgar tus actos Alex pero desde que te conozco solo te he visto esforzarte por destrozarte a ti mismo, me pregunto una y otra vez que es eso tan horrible que te pasó para que apartes de tu vida a todo el mundo que se preocupa por ti, a mi, a Tess… Se que mi hermana es algo cargante pero te quiere y esa mujer… -Calla un instante -Estas completamente obsesionado desde que la viste.

-Déjame en paz Tom, tu no sabes nada -Empuja a Tom y se marcha de malas maneras.

Anda por la ciudad durante horas, sin rumbo y algo aturdido por el alcohol hasta que decide acercarse a la casa de la calle Omaha, aunque ya la han registrado puede que él encuentre alguna cosa que le sirva para manejar el carácter indomable de Jen. No lo piensa dos veces y fuerza la cerradura de la casa sin contemplaciones, pasa por delante del salón y ve el sillón que sigue ensangrentado, coge una tijera que ve encima de la mesa y corta un trozo de tela manchado de sangre guardándolo cuidadosamente en su bolsillo, piensa en algo no sabe bien que y decide registrar las cajoneras hasta que descubre un doble fondo en una de ellas, al levantar el pequeño tablón se queda perplejo, Jen a guardado un centenar de recortes de periódico con fotografías de chicas desaparecidas en un radio bastante amplio, junto a los recortes un fajo de carnets de identidad y permisos de conducir con su fotografía y diversos nombres.

El detective se lleva todo con él y antes de ir a casa para en el deposito para hablar con Anderson, al no encontrarle ahí coge una bolsa de plástico y mete dentro el fragmento de la tela junto con una nota, “Anderson compare esta sangre con la de la muestra de tierra que le entregué y no lo comente con nadie a no ser que se lo pida yo en persona”, lo firma con su nombre y anota el numero de su teléfono móvil. 

Llega a casa y directamente se sienta frente a su ordenador, utiliza su numero de placa para buscar en bases de datos de la policía y hospitales, consulta uno a uno todos los carnets que encontró en la cajonera de Jen hasta que detecta unos inquietantes informes de ingresos hospitalarios correspondientes a los últimos diez años, heridas de arma blanca, varias visitas a urgencias por agresión incluso un par de intervenciones quirúrgicas en las que se le extrajeron restos de bala y metralla. Cada uno de los ingresos con un nombre diferente y por supuesto falso.

Los recortes le dan la siguiente pista, los ordena cronológicamente clavándolos con chinchetas en la pared, curiosamente no solo las fechas forman un reguero de pistas sino que los lugares parecen seguir un orden concreto, como un mapa que va desde Rapid City a Blackhawk, Summerset y Piedmont terminando en Sturgis, curiosamente de donde procede Alex.

Indaga todos los lugares en la red, en todos esos sitios han ocurrido sucesos similares, desapariciones, cuerpos encontrados en fosas en torno a edificios con leyendas profanas y lo mas macabro hombres despedazados en las cercanías achacados a ataques de lobos u otros animales salvajes, hombres que por alguna razón no son unos cualquiera sino que son conocidos y reputados en sus localidades.

Contemplando la lista de fallecidos encuentra un nombre que le trae a la memoria un montón de recuerdos y mal estar “Michael Reinols”, era un diputado que iba para senador, hace diez años cuando Meredith desapareció fue investigado pero no encontraron trapos sucios, apareció muerto en Whitewood en un camino forestal sin corazón ni hígado ara unos tres años.

La ruta noventa atraviesa todos esos lugares así que siguiendo el consejo de Mallers, Alex va a cogerse unos días libres para indagar por su cuenta por mucho que el capitán quiera apartarlo del caso, pero antes de irse de la ciudad tiene una conversación pendiente con la única persona que puede saber algo al respecto, Jen, por lo que va directo al hospital.

Al entrar en la habitación la encuentra de medio lado inmóvil en la cama con la piel grisácea, apagada como una polilla que va a morir. Alex da la vuelta para verla de frente pero hoy ya no la ve como ayer salvaje y llena de energía, parece una persona diferente, le han colocado un respirador y un monto de goteros.

-Hola Samantha, ¿que le ha pasado? -Alex pregunta muy confundido -Anoche parecía estar perfectamente cuando estuve aquí

-¿Anoche?

-Si, dormías en la silla cuando entre

-Pero eso no puede ser… unas horas después de que la intervinieran empezó a sangrar y la tuvieron que volver a llevar al quirófano, ha estado toda la noche inconsciente tal como la ves ahora -Samantha se queda extrañada

-Solo quería comentaros que estaré fuera de la ciudad unos días, voy a seguir una pista, si ocurre algo podéis llamarme -Alex le acerca a Sam su tarjeta sin poder quitarse la cara de asombro.

Cuando sale del hospital camino del coche se da cuenta de que aun tiene el informe del ataque en la calle Omaha en su bolsillo, lee inquieto, la policía ha pasado por alto muchas cosas incluidas las huellas que había en la escalera y el recibidor, pero si se han cerciorado de anotar que la persona que aviso a central era un hombre que no se identificó.

Capitulo 4. Laberinto de preguntas

Después de algo más de una semana de aquí para allá y visitar varias localidades Alex no ha encontrado nada, ninguna persona se acuerda de Jen ni de ninguna mujer que coincida con su descripción, muy frustrado está a punto de tirar la toalla volver a la carretera y recorrer los escasos sesenta kilómetros que le separan de su casa cuando un mensaje de texto entra en su móvil, corto y conciso, tan solo un simple “coincide” del forense Anderson le hace recapacitar.

Ahora sabe que Jen estuvo en el bosque y que la agresión se produjo en el fuerte pero no puede comprender porque había huellas en la casa y la chica que encontró Tom, mencionó un lobo blanco aunque en aquel momento no le prestó atención. Demasiadas incógnitas que contestar, Alex no sabe por dónde proseguir y decide tomarse algo en uno de los bares de la carretera, está nervioso, se encuentra a tan solo seis kilómetros de Sturgis, hace diez años que no pisa su hogar, siente temor por la reacción de su padre si es que encuentra el valor de ir a verle, recuerda cómo recibió la noticia de la muerte de su madre y el dolor que le causó no acudir a su funeral.

Dentro del bar hay un oficial, parece ayudante de la oficina del shérif, aunque claramente está borracho, el camarero le sirve otro trago mientras Alex se acerca a él y se sienta a su lado.

-Disculpe, mi nombre es Alex Young, soy detective de la policía de Rápido City, ¿le importa si me siento a su lado?.

-Oiga, seguro que es usted un tío muy majo, pero mire no tengo ganas de más sermones.

-Discúlpeme no pretendía molestarle – Alex se disculpa- será mejor que le deje tranquilo.

-Espere, ¿que es lo que quiere?, imagino que no ha venido desde Rápido City para tomar un trago en este antro.

-No por su puesto, trabajo en un caso de desaparecidos y estoy tratando de encontrar a una mujer, tal vez la reconozca – Alex saca del bolsillo uno de los carnets de Jen y se lo muestra al hombre.

-¡Juliet!- exclama -¿de donde ha sacado eso?-El ayudante se levanta bruscamente tirando el taburete -¿donde está esa mujer?

La reacción del hombre inquieta a Alex, es bastante violento -Dígame donde está esa golfa, le juro por Dios que si la encuentro…

-Oiga amigo, cálmese, ¿por que no salimos de aquí y vamos a hablar a otro sitio?

Ambos salen del bar, el ayudante esta tan ebrio que da tumbos al andar, Alex está sorprendido por la reacción del individuo pero es la primera vez en estos días que encuentra a alguien que la reconoce y no puede dejar escapar la pista.

-Escuche voy a quedarme en el hotel Lambis de Sturgis, venga a verme esta tarde, hablaremos sobre mi caso y le contaré lo que se.

Una vez instalado en la habitación se tumba en la cama y respira profundamente aliviado por este nuevo hallazgo, cierra los ojos un instante, hace días que no duerme, pero no tarda en visualizar una chispa que abre ante él un enorme túnel de luz resplandeciente y al final la silueta de una persona. La voz de una mujer parece llamarle desde el otro lado, recorre lentamente el camino que les separa hasta que puede verla con total claridad, ella nuevamente, Jen. Un montón de imágenes pasan ante sus ojos, un gran árbol, una vieja nave industrial, los muros del fuerte…

El teléfono de la habitación suena despertándole, le llaman de recepción para avisar de que tiene visita, como un rayo baja al encuentro del ayudante de shérif ansioso por oír su historia con la misteriosa mujer.

-Agente discúlpeme por mi estado en el bar, me quede algo traspuesto cuando me enseñó la fotografía – El ayudante se disculpa por su deshonroso comportamiento -Me llamo Daniel Adams y me imagino que se preguntará cómo es que conozco a la mujer de la que me hablo.

-Ciertamente si me pregunto que sabe de ella.

-Hace unos seis años volvía a casa por la noventa y de pronto la vi caminando por el arcén, andaba de medio lado y casi desnuda, la recogí y la lleve al hospital, ingreso con el nombre de Juliet Mcarthy aunque luego cuando se marchó supe que ni siquiera era su verdadero nombre.

-¿Cuando se marchó?

-Se quedó cuatro meses en Sturgis, se fue con un hombre, supongo que eran un par de estafadores buscando dinero aunque tengo la sospecha de que andaban detrás de lo que le pasó a Jeremy Paterson.

-Recuerdo ese caso, un hombre rico y poderoso que apareció sin corazón en el motel de la carretera, un ataque de un animal salvaje, algo raro -Alex no quiere desvelar nada a Daniel e intenta que siga hablando. -No entiendo que relación tendría Juliet con todo aquello.

-Mire agente espero que esto no salga de aquí, mi carrera se hundió el día que ella se fue y no creo que fuese casualidad que estuviésemos en ese motel justo en la habitación contigua el día que murió Paterson.

-¿Mantenían una relación?

-Yo la quería, estábamos en el motel y de pronto un hombre alto casi tanto como usted, abrió la puerta, sonrió de una manera que jamás olvidaré, su expresión parecía la de un demonio.

-No entiendo, cuénteme qué pasó con la mujer.

-Cuando él entró en la habitación ella le devolvió la sonrisa, estaba claro que se conocían, Juliet se apartó rápidamente de mí, entonces ese tipo me golpeó y me quede inconsciente, cuando desperté toda la oficina del shérif estaba en el motel y Paterson ya estaba muerto.

-Aun no veo la relación en los hechos Daniel, ¿Como era el hombre?, ¿recuerda alguna cosa concreta sobre Juliet que pueda ayudarme a encontrarla?-Alex insiste en su mentira.

-Recuerdo que cuando irrumpió en la habitación vestía totalmente de negro, llevaba la camisa abierta, su pecho estaba al descubierto, era musculoso pero no demasiado, pelo negro, cejas pobladas y esos ojos brillantes y grises, nunca había visto alguien con esos ojos, parecían los de un animal y ella también los tenia pero al contrario que el hombre su color era como si miles de llamas le quemasen la mirada, se llevaron mi cartera y también mi placa, mas tarde supuse que la usaron para hacer que Peterson abriera la puerta y de este modo asesinarle.

-Su historia es algo confusa puesto que a Peterson según el informe oficial le ataco un animal salvaje, aunque es cierto que es muy raro que lo mataran dentro de un motel en una zona en la que no se han producido ataques así en décadas -Alex no puede creer lo que escucha.

-Mire detective, me da igual si me cree o no pero por aquel entonces yo era el shérif de Sturgis y tras aquello…ya me ve degradado a un simple ayudante -Muestra resignación en sus palabras  

-La verdad es que Juliet parecía no saber quien era, como si no recordara nada, tan solo una vez creí que había tenido un momento de lucidez -Las palabras de Daniel parecen sinceras -En el periódico local aparecía la fotografía de una mujer, una vecina de Whitewood, se había suicidado por algo de su hija… Ya recuerdo, había desaparecido hacia años era de etnia romaní y la policía no le había prestado ayuda porque creyeron que su hija había huido voluntariamente.

-De acuerdo Daniel, no se si podré encontrar a su Juliet, pero seguiré investigando, estaremos en contacto.

Con la sensación de haber encontrado el camino correcto Alex abandona Sturgis, sin perder un instante, va hacia Whitewood, aprovecha para realizar una llamada al hospital de Rapid City, tan solo quiere evitar que Jen salga de allí y desaparezca, pero la suerte no esta con él, la mujer se ha marchado voluntariamente, tan solo le queda la esperanza de que no se haya ido de la ciudad y siga en su casa de la calle Omaha. 

Un vez llegado a su destino intenta conseguir un listado del censo con los nombres de todos los procedentes de Rumania que habitan en el municipio, pero es curioso, el edificio que contenía los datos se había quemado hacia unos meses y aun no tenían acceso a ningún registro, lo mismo había ocurrido con los datos de la policía y la biblioteca, demasiadas coincidencias o es que alguien quería borrar sus huellas, no obstante seguro que podría recuperar alguno de los artículos de la prensa local desde casa por lo que no había motivo para quedarse ahí.

En cuestión de una hora se ha plantado en Rapid City, ha parado el coche en frente de la casa de Jen, a través de las ventanas se ve una leve luz como de velas, permanece ahí pensando en si debe llamar a la puerta y si lo hace, que va a decirle, no puede comentar nada que la haga sospechar ya que podría huir o es la sensación que él tiene, piensa que lo mejor es llamar y preguntar por su estado haber si de paso se le escapa algo, nadie puede mentir tan bien para omitir ciertos detalles o eso cree Alex.

Al llamar a la puerta se queda totalmente perplejo y boquiabierto, la frágil mujer del hospital ha desaparecido dejando paso a una salvaje y sugerente chica de pelo rojizo alborotado y unos enormes ojos anaranjados que parecen dos faroles incandescentes, la muchacha lleva una camisa negra que deja ver a través de la tela su ropa interior y los botones altos están desabrochados, Alex no recuerda cuando fue la ultima vez que vio a una mujer en esa tesitura y menos a una tan exuberante y atractiva.

-Alexander, ¿se encuentra bien?

-Disculpe, me he quedado traspuesto -El detective intenta no mirarla

-Es muy tarde, ¿que haces aquí?, pero entra por favor, estaba haciendo café, acompáñame a la cocina.

El la sigue a través de la casa mirándolo todo con atención, hace frío y tan solo unas velas iluminan la estancia , mientras camina tras ella también se fija en el contoneo del trasero de la muchacha, ahora no puede dejar de pensar en Daniel, les visualiza a ambos en el motel, la imagen le desagrada profundamente así que intenta centrarse y no mostrar signos de excitación.

Una vez en la cocina se percata de que la chica va descalza al verla intentando alcanzar de puntillas las tazas que cuelgan de un estante.

-¿Te importaría alcanzarmelas?- Jen tan solo levanta algo más de metro y medio del suelo.

Alex se coloca detrás de ella rozándole la espalda con el torso, se queda quieto un segundo, parpadea nervioso y traga saliva, la mujer desprende un calor enorme, cuando al fin reacciona coloca sus manos en la minúscula cintura de Jen, la gira y la levanta dejándola sentada sobre la encimará de granito.

Ambos se miran fijamente sin pestañear, los ojos de la chica adquieren un tono rojizo que casi pueden quemar al detective.

Alex está totalmente fuera de sí, nunca se había comportado de este modo, pero con ella no puede detenerse, la besa en los labios mientras desabrocha los pocos botones que quedan en la camisa, poco a poco le acaricia el cuerpo hasta que nota algo mojado a la altura de las costillas, rápidamente aparta la mano y mira la enorme herida de la mujer, está sangrando.

Bruscamente ella le aparta, se baja al suelo y se abrocha cubriéndose aunque la sangre no tarda en gotear por el frío suelo.

-Tenemos que ir al hospital, estás sangrando mucho

-No, no quiero volver ahí

-Jen insisto, esa herida es muy grande y parece que los puntos se han soltado

-Creo que deberías marcharte Alexander

-¿En serio?, te vas a desangrar -La cara de Alex es de una absoluta preocupación por la contundente negativa de la chica – Vale, me marcho pero si te encuentras mal o sigue sangrando quiero que vayas a urgencias o que me llames.

Muy preocupado sale de la casa, no quiere irse dejándola así, piensa en quedarse en el coche frente a la casa, por otro lado el agresivo carácter de Jen le hace finalmente marcharse, esta a punto de salir de la calle cuando por el retrovisor advierte un vehículo estacionado casi frente a la casa, “que raro” piensa, al salir no se ha dado cuenta de que el coche estuviese ahí, da media vuelta y vuelve.

La puerta de la casa esta abierta, Alex no duda en empuñar su arma y entrar sigilosamente, sin hacer ningún ruido sube la escalera que conduce a la habitación, escucha la voz de un hombre en el interior, se asoma intentando no ser visto, al contemplar a ese individuo agarrando a  Jen por el cuello no lo piensa y entra de golpe.

-¡Quieto!, suelte a la mujer y dese la vuelta, le estoy apuntando con un arma

-No detective, usted me ha engañado y voy a matarla -Daniel le ha seguido y esta a punto de cobrarse su venganza -Va a tener que dispararme

-Por favor Daniel, cálmese y suéltela -Alex le replica pero el ayudante del shérif no parece escucharle.

El sonido del arma al ser disparada rompe el silencio, Daniel cae al suelo fulminado, su sangre salpica la cara de Jen que permanece inmóvil y pasiva ante la situación mientras Alex se lleva las manos a la cara lamentando lo que acaba de hacer, sus ojos se llenan de lagrimas, nunca había matado a nadie. Con la voz destrozada llama a la comisaría informando de lo que ha ocurrido, en cuestión de media hora la calle Omaha vuelve a estar inundad de coches de policía y una ambulancia, los vecinos se agolpan en la calle curioseando mientras sacan el cuerpo de Daniel totalmente cubierto en una camilla.

Los agentes preguntan a Alex por lo ocurrido aunque ni siquiera les responde, parece que no les oiga, tan solo mira hacia la ambulancia donde atienden a la chica que esta sentada en el borde de la parte trasera cubierta con una manta, su cuello esta lleno de marcas moradas provocadas por el violento hombre que yace muerto en la camilla. Ella mira hacia el otro lado, Alex se aleja un poco del grupo de policías y no tarda en descubrir que es lo que ella observa con tanta atención, al otro lado de la calle un hombre alto, con el pelo oscuro y los ojos enormes y grises también la contempla sin quitarle la vista de encima, cae en la cuenta de que puede tratarse del sujeto del que hablaba Daniel y si así, puede intuir que sus problemas que no son pocos están a punto de sobrepasarle, se siente encerrado en un gran laberinto del que parece no poder escapar, inquieto por la presencia de este nuevo personaje se acerca a ella, no sabe muy bien para que, pues si la historia que Daniel le contó es cierta puede que le hayan tendido una trampa.

-Jen, ¿quieres pasar la noche en mi casa?, aquí no puedes quedarte

-Acabo de hablar con Samantha, me voy a su casa -Su tono es frío como el hielo

-Esta bien ya nos veremos -Se despide de ella con la sensación de que no es la misma persona que hace un rato.

Capitulo 5. Acción, reacción, consecuencia fatal

Después de varias horas aclarando lo ocurrido en la comisaría, el detective cree que debería hablar con Jen lo antes posible, ha mentido en su declaración y ahora la versión oficial por el momento es que el ayudante Adams es el responsable de la agresión con arma blanca de hace unos días aunque la policía deberá seguir investigando para cerrar el caso definitivamente.

Ansioso por verla se dirige a casa de Samantha, sin reparar en que son cerca de las tres de la madrugada, nada en estos momentos podría quitarle de la cabeza la idea de visitarla, tal vez ahora esté más dispuesta ha hablar y se encuentre más relajada, pero solo es una suposición puesto que nada es seguro con ella.

Llama al timbre del bloque de apartamentos nervioso y acelerado esperando que pronto se abra la puerta, los pocos segundos que tarda Sam en contestar se le hacen eternos.

-¿Quien es? -La tímida voz de Sam suena ronca a través del altavoz

-Soy el detective Young, Samantha, ¿podría abrirme la puerta?

Sin pensarlo ni un segundo abre y espera dentro del piso con la puerta entreabierta hasta que ve al detective asomar por la escalera, la cara de Sam es de preocupación y malestar, parece ansiosa por saber que ha pasado para recibir esta visita a estas horas de la madrugada.

-¿Que es lo que ha pasado?, ¿Jen está bien?

-¿No está aquí?, me dijo que había hablado contigo

-¿Que?, no, no se nada de ella desde hace un par de días -Sam no puede disimular su nerviosismo -Entra por favor y cuéntame que es lo que está pasando.

Ambos conversan durante un largo rato, Alex le explica con calma lo que ha ocurrido con Daniel, no omite detalles y le confiesa avergonzado lo sucedido con Jen antes del fatídico final de este, le habla del misterioso hombre de los ojos grises y pregunta si alguna vez ha oído hablar de el, Sam solo escucha y le mira con lastima, como si supiera que Jen solo le va a causar un gran pesar.

-No te avergüences por querer tenerla cerca Alex, es difícil para mí explicártelo, solo con el tiempo he podido empezar a comprenderla y aún no sé muy bien que hay en ella que hace que me resulte imposible vivir sin tenerla a mi lado, es complicada, aveces desagradable y fría, pero en ocasiones es como el fuego y consigue quemarte de tal forma que todo lo malo del mundo desaparece. Tranquilo ve mañana al herbolario, seguro que viene al trabajo y puedes hablar con ella y no te inquietes, nunca me ha hablado de ningún hombre, no será importante, tal vez un conocido.

Las palabras de Sam parecen tranquilizarle, aún así una vez en casa se tumba en su sillón apretando el viejo trozo de esponja con una sensación extraña, el mundo se le cae encima y no parece encontrar solución, hoy a matado a un hombre y lo peor es que lo ha hecho sin darle ninguna oportunidad, tan solo ha pensado en ella y en las consecuencias que hubiese tenido si Daniel hubiese contado algo sobre la falsa identidad de la chica.

Agotado se despierta y se prepara para salir de casa, vive tan solo a cinco minutos andando del pequeño negocio de Sam hacia donde se dirige, para en la cafetería de la plaza y compra un café cargado,  mira su reloj nervioso mientras espera verla aparecer apoyado en el precioso quiosco de la plaza.

A lo lejos la divisa caminando hacia el herbolario pero no está sola, tras ella, el misterioso hombre de ojos grises la sigue como si fuese su escolta, decide ir a su encuentro y de paso averiguar quién es su amigo, algo dentro de él se revoluciona conforme se acercan, puede sentir como le arde la sangre dentro de las venas, su semblante cambia radicalmente.

-Jen, tenemos que hablar

-Ahora no puedo Alex, tengo que abrir y preparar unas cosas antes de que aparezca Sam

-¿Donde has pasado la noche?, ¿estabas con este? -Mira directamente al hombre que la acompaña refiriéndose a él de manera despectiva mientras la agarra del brazo y tira de ella.

-Disculpa, ¿que estas haciendo? -Por fin interrumpe el acompañante de la chica -suéltala y lárgate ahora mismo, no quiero repetirlo otra vez -Se acerca hacia el detective bruscamente y de manera desafiante.

-¡Basta! -ella grita -Jericó, estaré bien solo un café rápido té lo prometo

-Haz lo que quieras -Se da la vuelta con indiferencia

Jen va hacia la cafetería mientras Alex la sigue volviendo la cabeza de vez en cuando buscando al hombre, al llegar se sientan en una mesa cerca de la cristalera, parece que ella quiere permanecer visible, claramente algo ha ocurrido, ella ni siquiera levanta la vista para mirarle, parece asustada.

Alex estira su brazo y le acaricia la cara, por fin consigue verle esos dos enormes faros, pero hoy están tristes y enrojecidos como si hubiese estado llorando, permanece callada e inmóvil.

-Vámonos  de aquí, hablaremos más tranquilos -Alex la coge de la mano y salen del establecimiento.

Caminan unos minutos y suben al piso del detective, no la suelta ni un instante hasta que ella se sienta en el sofá, el se arrodilla frente a ella y la abraza tiernamente.

-Anoche hice algo de lo que me voy a arrepentir el resto de mi vida Jen, pero volvería ha hacerlo si eso sirviese para que estuvieras a salvo, tan solo quiero que me digas la verdad, que me cuentes que ha pasado para que lleves huyendo tantos años.

-No puedo Alex, sé que eres buena persona, no puedo hacer esto, solo quiero irme de aquí.

Él se pone en pie y la levanta cogiéndola en brazos, la lleva hacia el dormitorio y la tumba sobre la cama, se reclina sobre ella despacio, tan solo la mira, espera que surja el fuego de la noche anterior y que esos ojos ardan pero no ocurre nada, se va incorporando alejándose de ella cuando siente las manos de la chica impidiendo que se marche de su lado.

Alex muy excitado se apresura a quitarle la camisa, ella se incorpora sentándose, parece querer apartarle pero aun así ella misma prosigue desatando los botones de la blusa, la desprende muy despacio dejando su espalda desnuda a la vista de Alex que no puede mas que mirarla con una gran sensación de pesar, la tela al caer deja al descubierto una enorme marca en su nuca, la prueba de que algo terrible le sucedió en el pasado.

Puede que haga mucho tiempo, pero los eslabones de una gruesa cadena aun siguen dibujados en su espalda, las cicatrices de una agresión así no solo están en la piel de Jen que al sentir como la mira parece transportarse a otro mundo.

-Quédate conmigo Jen -Intenta traerla de vuelta, su cuerpo esta ahí pero ella parece haberse marchado -Te necesito

-Jerico -Susurra en voz muy baja casi invisible

El semblante de Alex se desencaja sintiendo en su interior una decepción enorme, se aparta comprendiendo que no es el, confirmando sus temores mas profundos, el hombre de los ojos grises, el legitimo dueño de su corazón salvaje, nada mas puede hacer por retenerla, se queda tumbado en la cama mientras ella se cubre dispuesta a marcharse.

Alex aparta la mirada  asqueado por la crueldad que lleva tatuada en su delicado cuerpo, no le dice nada tan solo la deja irse, cuando escucha la puerta cerrarse, solo entonces, se permite el lujo de sentir rabia, alterado cierra sus puños y llora, en su mente no puede dejar de revivir una y otra vez el tormento de Jen. Empujado por su angustia piensa en lo que acaba de ocurrir y aunque ese hombre extraño parece intimidarle esta dispuesto a pelear por ella, la desea y va a luchar por ella sea como sea.

Tras un rato, el perfume de Jen aun sigue impregnado en las sabanas, al moverlas descubre algo que le corroe las entrañas, parece que se le ha caído una pequeña pulsera de plata con unas letras en las que se lee “Jensen”, la misma pulsera que él mismo le había regalado a Meredith hacia algo mas de diez años.

Su memoria retrocede a aquel momento, al instante justo en el que la puso en la muñeca de su amor de instituto, una chica de dieciséis años llamada Meredith Jensen, frágil y desgarbada, un proyecto de mujer con las mejillas sonrosadas y un millar de pequeñas pecas adornándole la cara.

Los recuerdos se desencadenan uno tras otro abriendo de nuevo una profunda grieta en Alex, ¿como olvidar tu primer amor?, ¿como hacerlo aunque le hizo daño?, pero sobre todo ¿como borrar de su memoria su desaparición hace diez años?, entre tanta pregunta solo una respuesta era evidente, sí Jen tenia la pulsera es que Meredith estaba muerta.

Las marcas y cicatrices en su cuerpo, el hombre de ojos grises, la pulsera de Meredith, el Sherif Adams, nada puede explicar quien es Jen sin apellidos, la chica de la calle Omaha sin pasado, sin familia, sin recuerdos, “¿quien eres?” retumba dentro de su cabeza como si le golpeara.

Arto de la incógnita solo puede acudir a una persona, John, un gran amigo de Sturgis, tal vez el único que ha tenido en toda su vida, ahora agente del F.B.I. 

Sin pensarlo le escribe un email contándole todo lo que ha estado ocurriendo en Rapid City, le habla de la misteriosa mujer adjuntando una fotografía para que la busque y averigüe quien es, comenta sus sospechas sobre los crímenes de la noventa, tan solo John puede ayudarle a entender que esta pasando pero siente temor por si su mensaje acaba abriendo la caja de los truenos.

Tras lo sucedido vuelve a la comisaría, nada más entrar el capitán le hace señas para que se persone en el despacho, de nuevo el corazón se le desboca, después de mentir sobre lo ocurrido en la casa de Omaha, de haber matado a un hombre, de haber encontrado la pulsera ya no está seguro de poder continuar con todo lo que parece venirsele encima, todas las acciones cometidas tienen consecuencias, pero aún no sabe que va a pasar.

-Nuestro héroe a regresado al fin -Mallers parece de buen humor – Sabe detective, yo conocí a Adams en su etapa de shérif, en aquel entonces yo tan solo era su ayudante, siempre fue un hombre con problemas de faldas y alcohol, no me sorprende que haya acabado así.

-No tenía ni idea capitán 

-Lo que no me explico es como supo de él… ¿Habló con Adams en algún momento?

-Vera capitán, la chica me habló de un viejo novio, ella me dio la pista para encontrarle, lo vi en un bar de carretera cerca de Sturgis, estaba borracho, más tarde hablé con él en el motel donde me alojaba, cometí el error de mostrarle una foto de la agredida y debió seguirme hasta aquí, dijo algo como que si la encontraba le haría daño.

-Eso no explica la primera agresión detective.

-Supongo que pensó que la primera vez había conseguido acabar con ella y volvió a terminar lo que había empezado, me siento muy culpable, tal vez si no le hubiese interrogado en el motel…

-Creo Alex que deberíamos cerrar el casó, esa chica ya ha tenido suficiente, aunque me gustaría hablar con ella en comisaría… Por cierto, a parte de Sturgis, ¿ha estado en más sitios estos días?, lo pregunto porque recibí una llamada de Whitewood, un viejo amigo de la comisaría me comentó que uno de mis chicos había ido a hacer preguntas.

-Si señor, fui yo, estuve preguntando porque al volver a Sturgis…¿sabe que soy de allí verdad?, bueno el caso es que recordé a una vieja amiga de mi juventud y quisiera encontrarla.

-Muy bien Alex, no le entretengo más, puede marcharse, Tom le pondrá al día. Cuídese.

Mallers no tarda en coger el teléfono en cuanto Alex abandona el despacho, llama a un teléfono móvil, el hombre que contesta tiene un acento de Europa del este muy marcado, tan solo le dice “Creo que lo sabe” y cuelga rápidamente.

-Ey Tom, ¿como estas? -Alex le saluda amistosamente intentando olvidar su pésimo comportamiento la última vez que le vio.

-Buenas compañero, ya me he enterado de lo de la chica, vaya estás hecho un héroe por aquí y cuéntame, ¿que has estado haciendo?.

-Pues veras quería enseñarte algo, no estoy seguro de que pueda ayudarte pero… – Alex le entrega una carpeta con los recortes que Jen tenía guardados sobre los crímenes de la ruta noventa -He visto ciertas similitudes con lo que encontramos en el fuerte.

-Esto es increíble Alex, mira estas fotos, es cierto que parecen obra de los mismos tipos -Tom revisa las imágenes publicadas en los periódicos muy interesado -¿como no nos hemos dado cuenta antes?

-Me gustaría preguntarte algo, verás la chica que ingresasteis el día que nos vimos en el hospital…

-Supongo que aún no te has enterado… Verás ella murió tras un par de días, debió de robarle una llave a una de las enfermeras, la encontraron demasiado tarde, había ingerido un montón de pastillas. Sea lo que sea lo que le pasó en el bosque no pudo superarlo y se suicido.

-Dios Mio, eso es horrible… Oye voy un momento a ver a Jen y te recojo para comer, ¿te parece?.

-¿Jen?… cuidado, no deberías mezclarte con ciertas personas -Lo deja caer con cara de preocupación.

Realmente no acude a verla, se dirige a un sitio prohibido para un agente de la ley como el, pero tiene que hacerlo, va a conseguir documentación falsa para la chica, carnet, número de la segunda social, todo para que nadie pueda sospechar de ella nunca más, después cumple su acuerdo y recoge a Tom, charlan largo y tendido mientras comen en el restaurante de la plaza.

Alex le habla sobre lo que paso con Tess, cree que merece una explicación ya que se trata de su hermana, pero Tom tiene muy claro que su compañero sufre un trastorno obsesivo y ahora esa chica se ha convertido en el centro de su mundo, aún así no le comenta nada sobre Tess, está sufriendo y tampoco quiere que ella sepa nada de la otra mujer.   

Los días se suceden con normalidad, la ciudad está tranquila y se respira un ambiente agradable en la comisaría, las calles se han vuelto blancas cubiertas por la nieve de este invierno tardano que ha esperado a aparecer hasta mitad de Diciembre.

Sam ha vuelto a su rutina, anda por la calle con dos vasos de café caliente y un par de bollos dulces, va a despertar a Jen para más tarde empezar a decorar el herbolario con su ya típico muérdago en la puerta.

No se esperaba tan inusual sorpresa cuando en lugar de Jen, un hombre con unos ojos increíblemente hermosos le abre la puerta, asombrada le mira sin poder articular palabra, le resulta el hombre más guapo que ha visto en su vida, su tez blanca y ese pelo oscuro y alborotado hacen que sus ojos resalten aún más, tan solo lleva un sleep negro y su cuerpo fuerte y musculoso la dejan atónita.

-¿Eso es muérdago? -pregunta vacilando mientras saca la ramita que se asoma por el bolso de Sam -tendremos que hacer uso de el -Agarra a la mujer por la cintura y la besa metiéndola en casa sin soltarla -Preciosa soy un mal educado, me llamo Jericó y tu debes de ser Sam.

-Si, soy Sam -Tiembla hablando sin saber ni lo que sale por su boca

-Veo que has traído el desayuno, pero Jen tardara algo en volver, si te parece podemos disfrutar de esas delicias tu y yo -Jericó se esta empleando a fondo haciendo gala de todo su arsenal de seducción.

Sam aun temblorosa no le quita la vista de encima, las gotas de sudor resbalan por su frente, parece que Jericó la domina por completo tan solo con el movimiento de sus ojos y esa sonrisa picara en su cara de niño malo.

Jen entra por la casa refunfuñando ajena a lo que esta pasando hasta que al llegar al salón ve ropa de mujer tirada por todas partes, se asoma y descubre a Sam y Jericó en el sofá tapados con una manta, Sam sonríe con una extraña cara de felicidad o como cuando haces algo malo, no les dice nada, tan solo huye a la cocina donde se sienta callada.

-¿Amor? -Jericó grita esperando contestación desde la cocina mientras de fondo se escucha la risa floja de Samantha.

-Dime corazón -Jen le contesta con toda la ironía que puede

-Sam a pensado que mañana podíamos cenar juntos los cuarto -Hace una pausa mientras le pone caritas a Samantha que no puede dejar de reír -Hemos llamado a Alex, traerá el vino

-Me parece bien -Contesta algo molesta mientras Sam aparece cubierta con la manta por la cocina y le da un beso en la mejilla.

-Ten cuidado, Jericó no te conviene, en realidad no le conviene a nadie

-¿Pero tu lo has visto bien?, Jen de verdad que no te entiendo y perdona pero creo que Alex y tu…

-No, calla, no me apetece hablar de él.

El día transcurre con normalidad pero Jen no puede evitar sentirse algo molesta, las consecuencias de los acontecimientos van a desembocar en algo terrible, Jericó ha embaucado a Sam por completo y eso solo puede significar que tendrá que volver a marcharse de otra ciudad corriendo, parece estar muy empeñado en fastidiarle lo que tiene en Rapid City, no comprende nada, aquí esta bien, tiene una buena amistad y podría haber encontrado a alguien que compartiese su vida con ella. No tarda en cambiar de opinión, nunca podrá tener una vida en ningún lugar, nunca mientras la maldición que arrastra siga causando problemas y menos aun si Jericó aparece a su antojo recordándole una y otra vez quien es.

Capitulo 6. Extraños

Sam y Jericó juguetean por la cocina como dos adolescentes preparando la cena mientras Jen pone algo de orden en el salón principal, hacia años que esa casa no estaba llena de tanta gente, por un momento se ha convencido de que podría tener una vida, tal vez sus amigos estén hechos el uno para el otro, quizá Alex sea la respuesta para ella, quien sabe a lo mejor esta noche descubre que hay esperanza y que el futuro no es tan negro como siempre se lo ha planteado.

El timbre suena, por fin Alex aparece, va cargado de un montón de botellas de vino de todo tipo, Jericó sale al recibidor, Jen se percata y enseguida corre hacia él, le quita las botellas de las manos y se tira en sus brazos besándole apasionadamente mientras ella y Jericó se miran como si pudiesen sacarse las entrañas ahí mismo, el presagio de una noche tranquila entre amigos se rompe en mil pedazos.

Una vez en la mesa mantienen una conversación agradable hasta que Sam comienza a hablar de cosas que ocurrieron en esa casa hacia unos ocho años, la vivienda era propiedad de sus padres,  les cuenta historias alegres sobre las cenas que celebraban en ese mismo salón, pero después la muerte de sus progenitores ensombrece la velada. Intentando animar algo el ambiente Alex desvía la conversación.

-¿Y que es lo que hacías hace unos años Sam?, nunca te había visto por Rapid City -Intenta quitar tensión a la situación

-Me marche una temporada a Europa de ahí viene mi vocación, me encantaron los mercados de hierbas de las ciudades y pensé en volver y aquí me ves con mi pequeño herbolario… -Jen, cuéntanos donde andabas tu -Inocentemente Sam suelta la pregunta al aire

-Eso, Jen cuéntanos algo sobre tu vida -Jericó interrumpe con tono burlesco y una sonrisa desagradable

-Yo…yo, pues… -No puede contestar, aprieta los puños y su nerviosismos aumenta

-Vamos, cuéntanos, podrías empezar por hablarnos de ese shérif tan fabuloso que encontraste en Sturgis -Jericó prosigue cada vez mas hiriente ante la mirada de Alex que sabe perfectamente a quien se refiere

-Si podría hablarte de el, o mejor podría hablarte de como conocí a un hombre que me arrancó el corazón y lo pisoteo hasta cansarse y de como mi vida se convirtió en una película de terror…

Ambos se levantan de la silla ante el estupor de Alex y Sam y se gritan descontrolados como si fuesen a matarse en cualquier momento, los ojos de ambos resplandecen.

-¿Tienes algo que echarme en cara?, dímelo ahora, venga princesa no te quedes con las ganas

-¿Porque no me dejaste en esa zanja?, podrías haberte desecho de mi y tu vida seria fantástica Jericó

-¡Basta Karel! -Consigue callarla al instante

-Perdonad, no me siento bien, disfrutad de la cena -Jen sale del salón con los ojos cristalinos a punto del llanto, se escucha como cierra la puerta de su habitación de un portazo.

-Tal vez deberíamos marcharnos, ¿me acercas a casa Alex? -Sam solo quiere largarse

Ambos salen de la casa con una rara sensación, por un lado Sam parece haber comprendido el porque no le convenía ese hombre y por otro lado Alex esta asustado y celoso, esta claro que Jen  se refería a ese monstruo de ojos grises, piensa que esto solo se puede solucionar de dos formas o realmente se odian hasta el punto de hacerse daño o al contrario y cree estar en lo cierto ambos se aman de tan forma que su esperanza de poder mantener una relación con ella se esfuma. Al parecer Jericó la conoce muy bien, tanto que incluso la ha llamado por su nombre.

-Perdóname por favor -Jericó suplica tras la puerta -Déjame entrar, de verdad que siento lo que he dicho.

Finalmente tras un rato sin escucharla abre la puerta y la ve sobre la cama de espaldas a el, no puede evitar fijarse en la marca de su nuca, a su cabeza vuelve la terrible imagen de como la encontró metida en una zanja a medio enterrar, llena de heridas, desnuda y casi muerta.

Se sienta en el borde del colchón y hace algo que jamas había hecho, callar ante ella.

-¿Porque sentí ese dolor?, no lo entiendo Jericó

-¿Que?, me estas diciendo que… ¿Has estado con el? -Frunce el ceño totalmente cabreado

Jen esta harta de aguantar sus desprecios y tonterías y sabe muy bien como causar su cólera, no lo va a consentir ni un segundo mas y se propone a desatar la maldad de Jericó por completo.

Se sienta en la cama mirándole directamente a esas borlas de plata y se quita la camiseta, después se desabrocha el sujetador y se quita la falda, se roza suavemente los senos y pasa sus dedos  entre sus muslos sin quitarle la vista de encima, después suspira excitada -¿quieres que te enseñé como me tocaba? -Sus palabras enfurecen a Jericó de tal manera que este se levanta y golpea los objetos de la habitación lanzando la lampara al suelo y partiéndola en mil pedazos, su reacción parece totalmente contraria a sus palabras de hace un rato.

Se dirige hacia ella apretando el puño, Jen se prepara para recibir un fuerte golpe y cierra los ojos un instante, cuando vuelve a abrirlos siente algo igual de fuerte, los labios de Jericó están rozando los suyos, ahora puede sentirle de verdad, coloca sus manos en la cara de la mujer y deja que sus lenguas se toquen suavemente, un escalofrío le recorre de arriba a abajo hasta que no puede mas y cae al suelo retorciéndose de dolor.

Jen no sabe como reaccionar mientras le observa tirado sobre la moqueta de la habitación, espera un rato hasta que el parece estar algo mejor.

-¿Que ha sido eso?, basta de excusas háblame Jericó

-Eso es la verdad, eso eres tú, diez años intentando que me odiases, pero luego apareció Adams y parecías tan feliz, no podía ver como te tocaba, quería arrancarle el corazón y comémelo y ahora Alex… 

-No me mientas, ¿que tiene eso que ver con esto?

-Cuando te toco… todo lo que te hicieron… no puedes entenderlo

-¡explícamelo!

-Después de unos meses en el bosque viviendo en la cueva, aquel día, té acercaste a mi, llovía, el agua resbalaba por tu cara, estabas tan preciosa y tenía tantas ganas de abrazarte, me dijiste algo, ¿lo recuerdas?

-Te dije que me estaba enamorado de ti, sonreíste con esa expresión pícara y después… -Jen comienza a titubear confusa

-Te cogí de las manos y te lleve a la cueva, temblabas, te quite los trapos mojados que llevabas y te cubrí con una manta, te acurruqué cerca de mí intentando que entrases en calor, dejé resbalar mis manos por tu cuerpo aún húmedo y frío, estabas nerviosa, pensé que nunca habías estado con un hombre sin recordar ni un segundo lo que te había pasado, creí que me deseabas

-No, no sigas, no quiero escucharlo, ¡basta! -imágenes aterradoras pasan por su cabeza causándole un gran malestar 

-Me abalancé sobre ti, no era la primera vez que mi boca rozaba la tuya aunque seguro que no lo recordabas, no podía parar, solo sentía que tenías que ser mía aunque no parabas de luchar – Jericó rompe a llorar avergonzado y desecho -Gritaste tan fuerte que me detuve y entonces ocurrió, te miré a los ojos fijamente y vi como cambiaban de color, se volvieron rojos como la sangre, me aparté de ti, sentía que me asfixiaba, que mi piel se rompía y me desgarraba, pero no era yo, eras tu, todo lo que te hicieron, pude sentirlo, cada instante de dolor destrozándote, salí de la cueva y me adentré en el bosque, volví a donde te encontré y seguí un rastro.

-Volviste a la mañana siguiente lleno de sangre, te vi lavándote en el arroyo, regresaste a la cueva desnudó, aún tenías sangre entre los dedos

-Cuando volví ya habías cambiado, solo sabia que no podía volver a tocarte, ese dolor que arrastrabas parecía haberse ido de ti, hasta hoy, besarte ha vuelto a darme lo que me merezco, soy un miserable.

-Nunca he dejado de preguntarme que me paso y tú lo has sabido todo el tiempo, ¿como has podido? -Muy nerviosa se mueve por la habitación intentando controlar su respiración hasta que no puede retenerse y sale corriendo.

Preocupado por ella, Jericó sale en mitad de noche, se ha ido medio desnuda camino a Black Hills, algo la ha hecho reaccionar tan bruscamente haciendo florecer sus instintos.

Bien entrada la noche Alex recibe la llamada de Tom, Mallers le ha ordenado que acudan al fuerte, al parecer el guarda forestal ha visto luces por la zona y el capitán necesita que los dos acudan a las proximidades ya que el resto de agentes están liados con un accidente provocado por la nieve a la entrada de la ciudad.

Quedan en encontrarse en las proximidades del maldito lugar ya que Tom estaba en casa de sus padres y no puede pasar a recogerle.

Llegado al punto de encuentro el coche de Tom esta aparcado en el sendero pero no esta dentro así que Alex decide salir a su encuentro, camina por el bosque que esta alumbrado por una enorme luna llena, ni rastro de su compañero por ningún lado, camina un poco mas hasta que parece distinguir la luz de una linterna a pocos metros, cuando consigue verle entre la vegetación ve que lleva el arma en la mano y esta encañonando directamente a un lobo blanco, otro lobo totalmente negro esta al lado, camina hacia el hombre que porta la pistola y coloca su cabeza en el cañón haciendo que su compañero tenga la oportunidad de huir, Tom esta a punto de dispararle al animal pero Alex salta sobre el desviando el disparo que aun así impacta directamente en una de las patas delanteras del enorme animal.

-¿Pero que haces? -Tom recrimina el comportamiento de Alex -Mira lo que han hecho ese para de alimañas -Señala detrás de el con la linterna.

-¡Dios! -Alex exclama al ver el cadáver de un hombre despedazado -Hay que avisar a comisaría para que nos envíen a alguien a examinar este estropicio, ¡Mierda!, no tengo cobertura

-Yo tampoco, ve hasta el coche e intenta con la radio, yo me quedo aquí por si esas bestias vuelven.

Alex camina hacia su vehículo por la senda cubierta de nieve, mira su teléfono por si vuelve a tener cobertura pero nada, ni una triste raya, cuando esta a punto de meterse en el coche escucha un disparo que desvanece el silencio de la noche, no lo piensa y corre hacia su compañero, no divisa la luz de su linterna, “¿donde estas Tom?”, sigue sus propias huellas en la nieve incapaz de verle hasta que se queda paralizado al contemplar el cuerpo sin vida de Tom, la nieve a su alrededor se ha cubierto de rojo.

Comprueba su pulso, luego le mira ahí inerte, saca el arma y apaga la linterna, quien ha hecho esto puede estar cerca.

Con sigilo y tan solo con la luz de la luna vuelve al coche, la radio parece funcionar, ahora solo le queda esperar a que aparezca la caballería, no puede creer lo que ha pasado, se ha quedado roto.

Mientras espera su teléfono comienza a vibrar, la cobertura ha vuelto, mira la pantalla y ve una notificación en su correo electrónico, es de John, muy nervioso abre el correo, los pocos segundos que le cuesta cargarse le parecen eternos, ansioso lee las palabras de su amigo, no puede creerlo.

“Hola Alex, me dirijo a Rapid City, no se que esta pasando pero lo que me has enviado ha saltado algunas alarmas por aquí, no comentes nada con nadie, mañana estaré por ahí y sobre la chica, nada mas ver la fotografía me he echado a reír, la reconocí al instante, es la chica de la feria de Whitewood, me he acordado de como te cabreaste porque me pase toda la tarde bailando con ella aunque cuando nos marchamos de allí… Bueno ya sabes. 

Hasta mañana amigo, te llamare en cuanto llegue a la ciudad”.

Alex comienza a recordar, solo puede pensar en la feria de Whitewood, eso fue tres días antes de que Meredith desapareciera, fue a recogerla con John y la encontraron besuqueando al paleto de Brian Sanders, discutieron. El y John se marcharon a Whitewood a una feria agrícola o algo así y cuando entraron al pabellón vieron a una chica preciosa, de unos dieciocho años, su pelo era negro como el carbon y sus ojos grandes y oscuros, se reía y bailaba con otras chicas, John se acercó a ella y empezaron a hablar, Alex se quedo apartado mirándoles, estaba molesto por lo ocurrido con Meredith pero aun así no podía quitarle los ojos de encima a esa chica. Tras unas horas decidieron volver a Sturgis, cuando caminaban hacia la camioneta de John ella corrió tras Alex y le dijo algo al oido, el le aparto el pelo de la cara suavemente y le dio un beso en la boca.

No dijo nada hasta medio camino, entonces sonrío, “no le digas nada a Meredith”, John se echo a reír, nunca volvió a verla pues tres días mas tarde la desaparición de la chica enturbio su mundo por completo.

El forense y otros policías ya han acordonado la zona, nuevamente Black Hills se tiñe de muerte, aclarado lo ocurrido el detective se marcha, son casi las seis de la mañana, esta totalmente abatido. Deja atrás la colinas negras, pero no puede ir a casa toma la salida de la calle Omaha y se presenta allí, tímidamente llama a la puerta, Jericó le abre tras un instante.

-Alex pasa

-¿Que te ha pasado en el brazo?, sangras -Por un segundo una leve imagen se materializa en su cabeza aunque es incapaz de distinguirla

-Sube, esta en su habitación, echate un rato, seguro que le alegra verte cuando despierte -la actitud de Jericó es diferente, parece amigable, Alex esta demasiado cansado para pararse a charlar y sacarle algo, a mitad de escalera le interrumpe nuevamente -¡Alex!… tengo que contarte algo antes de marcharme.

No le presta atención y sube hasta la habitación, Jen duerme sobre las sabanas, sin hacer ruido se acurruca a su lado abrazándola, ella ni siquiera se mueve, esta totalmente dormida, por fin cierra los ojos y se relaja hasta caer en un profundo sueño.

Unas horas mas tarde el sol entra por la ventana despertandola, sonríe adormilada al sentir a Alex apretándola con sus brazos, al desperezarse le despierta.

-Hola Karel de Whitewood -Sonríe al decirlo en voz alta

-Hola Alex de Sturgis 

-¿Te acuerdas de mi? -Emocionado pregunta

-Ahora si, cuando has pronunciado mi nombre -Miles de recuerdos han estado rondando por su cabeza desde la charla de anoche con Jericó

-Disculpad que os moleste pero creo que deberías bajar Alex, unos policías pregunta por ti -Jericó habla por detrás de la puerta.

El detective se apresura al recibidor donde encuentra a un par de agentes de la comisaría trece, le miran con cara de pocos amigos, su pose es ruda, no intuye que puede estar ocurriendo.

-Alex Young queda detenido por el asesinato del capitán Mallers 

Perplejo y aturdido no dice nada mientras es esposado por uno de los agentes, le meten en el coche como a un delincuente ante la mirada extraña de Jen y Jericó.

No dice nada de camino a la comisaría, no puede entenderlo, Mallers ha sido asesinado y el parece ser la cabeza de turco, algo muy raro esta ocurriendo en Sturgis.

Una vez en la sala de interrogatorios le esposan a la silla, como siempre comienza el ritual, uno que Alex conoce muy bien, el interrogador coloca café y tabaco en la mesa, luego se sienta y relee la hoja donde figura la información del acusado, esta vez el  papel esta en blanco, intuye que es una trampa, que alguien quiere verle fuera de este extraño juego.

Antes de que empiecen las preguntas la luz verde de la sala se ilumina señal de que alguien va a entrar dentro, el detective solo puede esperar lo peor tras los cargos de los que se le acusan pero al abrirse la puerta respira aliviado, John irrumpe en la sala.

-Agente libere a ese hombre inmediatamente, a partir de este momento queda bajo la protección y custodia del F.B.I., devuélvale el arma y la placa y traiga rápidamente a la persona que ha ordenado esto.

El agente de la comisaría no rechista y sale del cuarto de interrogatorios dejando la llave de las esposas sobre la mesa, John le libera, le mira extrañado como si no supiese que van ha hacer ahora.

-Vamos sal de aquí lo más rápido que puedas y espérame en la calle, no te pares, no mires a nadie, corre.

Alex sale de la sala seguido por John, tal y como le ha dicho sale de la comisaría a toda prisa mientras él va al despacho del capitán donde encuentra al que por ahora es el sustituto de Mallers.

-Prepare toda la documentación referente al caso de Black Hills, le advierto que como vea a un solo agente de esta comisaría merodeando por la zona o acosando al detective Young mis hombres no dudarán en desenfundar -Su advertencia deja sin palabras al agente que ocupa la silla del capitán -Mandare a un par de agentes a por los documentos en un par de horas.

Al salir de la comisaría va hacia su amigo y le da un fuerte abrazo, después de tantos años sin verle la emoción de ambos es evidente, Alex está agradecido por lo que acaba de hacer por él librándole de una mala situación.

Capitulo 7. El secreto

Tras un rato conduciendo los dos detectives llegan hasta las afueras de la ciudad donde John ha montado una improvisada oficina, varios hombres trabajan sin descanso, las mesas están llenas de papeles y expedientes de casos de los últimos diez años, esta claro que el mensaje de Alex les ha hecho actuar rápido.

-Fui a tu casa al llegar a la ciudad y encontré la puerta forzada y el interior revuelto, anduve sin tocar nada, encontré tu caja de seguridad abierta, no se si guardabas algo importante pero allí no había nada

-Mi segunda arma estaba dentro. eso y… -Alex calla

-¿Había algo dentro que te pueda causar problemas?

-No, a mi no, tenia un montón de carnets falsos de Jen, supongo que eso si que es un problema

-Tenemos que ir a por ella

-John hay algo que me ronda por la cabeza, anoche mataron a mi compañero Tom, creo que la bala que acabo con el llevaba mi nombre y solo Mallers sabia donde encontrarnos

-Si sospechas que te han tendido una trampa será mejor que mande a un par de hombres a buscar a la chica, tu y yo iremos al deposito, con la prisa que se han dado para colgarte lo de Mallers seguro que tendrán un informe de balística, quiero comprobar si el que le hizo eso a tu compañero es también el que mató al capitán.

John da ordenes a su equipo para que busquen a la chica con la información que les ha facilitado Alex, ambos acuden rápidamente al depósito guiados por el instinto de John que cree que podrían manipular las pruebas del asesinado de Tom para encubrir a los verdaderos culpables.

Una vez allí el forense Anderson se encuentra solo en la sala de autopsias, hay dos cuerpos en las camillas metálicas, Alex vuelve la cara hacia otro lado al ver el cadaver sin vida de su compañero, siente dificultades para respirar, parece que aun no ha asumido lo ocurrido.

-Young le he estado llamando toda la mañana -Anderson le habla ajeno a lo sucedido

-Le presento al detective Tylor del F.B.I., a partir de ahora serán ellos los que se encarguen de toda esta locura -Alex se da la vuelta buscando la puerta, solo quiere salir de ahí

-Espere Alex, tengo algo que darle -El forense se acerca a el y le entrega una pequeña tarjeta de memoria de un aparato electrónico -La tenia Mallers en su ropa.

Alex sale de la fría habitación con la curiosa tarjeta en la mano, sudoroso y con el rostro blanco se apoya en la pared del pasillo intentando quitarse la imagen del agente caído de su cabeza, espera un rato hasta que John sale, esta a punto del vomito, los nervios le están destrozando, por un instante se ha convencido de que jamas volverá a ver a Tom,

-Vámonos, acaban de avisarme de que tienen a la chica, la llevan a las oficinas, a ella y a un hombre, me han dicho que han tenido que usar la fuerza con el.

Al llegar a la improvisada instancia Jen esta retenida en una habitación acristalada, esta nerviosa y tensa, en la habitación contigua Jericó esta sujeto a una silla con unas esposas por detrás de la espalda, la manga de su camisa esta empapada de su propia sangre, parece que la herida que oculta es mas grave de lo que parecía. Alex se asoma y pide que le aflojen las esposas, con cuidado le sube la manga, al descubrirle la herida se asusta, le mira a los ojos con estupor y vuelve a bajarle la manga presionando la herida y causándole un gran dolor totalmente intencionado, luego va a la otra sala y entra de muy malas formas, esta tan cabreado que reprende a la chica, le dice algo que la molesta de tal forma que hace que se levante de la silla y adopte un comportamiento agresivo, John que esta observando desde afuera entra en el habitáculo, saca a Alex fuera y cierra la puerta desde adentro con el pestillo para evitar que vuelva a entrar.

-Hola Jen, ¿me recuerdas?, ha pasado mucho tiempo pero tu sigues igual, menuda sorpresa encontrarte aquí

-Tu cara no me es desconocida pero no recuerdo muy bien donde nos hemos visto

-Me llamo John, nos vimos hace ahora unos diez años en Whitewood, una feria, un baile, éramos unos críos -El tono de su voz es agradable, parece querer relajarla -Oye, Alex y tu… ¿estáis juntos?

-No sabría contestarte a eso

-Me ha contado algunas cosas sobre ti, cosas que no puedo entender y esperaba que me contases algo, podrías empezar contándome como conociste al shérif Adams o háblame de ti, de tu infancia o de tus padres, no se algo personal -Sus palabras están llenas de calma -Toma bebe un poco de agua -Le acerca un baso de manera muy hospitalaria.

Se queda callado mirando como termina el baso hasta que ve claramente que el medicamento que ha metido dentro sin que ella se percatara le esta haciendo efecto.

-¿Que me has dado?, estoy mareada

-Cuéntame que paso con Adams en el motel de la carretera de Sturgis, tranquila nadie nos oye

-Estábamos en una habitación, el estaba borracho, había estado bebiendo toda la mañana, me dijo que sabia algo sobre mi madre -Su voz cada vez es mas difícil de entender, parece que John le administrado una dosis muy alta de un potente narcótico 

-En la habitación de al lado había un hombre, Jeremy Paterson, igual le recuerdas era muy conocido en toda la región

-El golpeo la puerta y yo entre pero ya no era así

-No te entiendo Karel, ¿que hiciste al entrar?

-Sangre en las paredes… -La lengua se le traba y los ojos se le cierran -Le arranqué el corazón 

John no puede creer lo que escucha, abrumado sale de la habitación buscando a Alex que esta intentando ver el contenido de la misteriosa tarjeta de memoria que Anderson le ha entregado, se trata de un archivo de video, cuando comienza a verlo siente que las tripas le van a salir por la boca, las imágenes son horribles, las chicas asesinadas en Black Hills y todas las torturas que les hicieron están plasmadas en una macabra grabación, John mira sorprendido las imágenes preguntándose que clase de monstruo puede hacer eso, los hombres que aparecen torturando a las chicas también estaban muertos cuando Alex llego a las ruinas del fuerte.

Avanza el archivo hacia delante hasta que ve una sombra blanca en el minuto treinta y nueve, lo para y retrocede un poco, se escuchan gritos de una voz masculina, la imagen se vuelve algo borrosa, parece que la cámara ha caído al suelo y esta del revés, se observa como uno de los hombres cae también y seguidamente es arrastrado por un animal, una loba de pelo blanco le aplasta la traquea con sus colmillos y tira de el despedazando su carne, otro de ellos intenta separar al animal hasta que este se vuelve violentamente lanzándose contra su cara, el tercero camina hacia la fiera sigilosamente y le engasta una puñalada, herido el animal huye, tropieza con la cámara y la grabación se detiene.

-¡No!, no puede ser…Dios, no -Alex grita y murmura

-Tranquiló amigo, es repugnante, tranquilízate, ahora necesito que hablemos sobre lo que acaba de ocurrir en esa sala -Señala hacia el pequeño habitáculo donde está encerrada la chica.

Jericó les observa atentamente hablar y mirar hacia su posición, sabe que Jen está en la otra sala, tan solo una fina pared de pladur les separa, piensa en romper las esposas y tirarla abajo, respira concentrándose en sus exhalaciones, mentalmente hace un mapa de todo lo que le rodea, puede sentir cada presencia, cada olor, cada sollozo al otro lado de la pared. Cierra sus enormes ojos grises y resplandecientes y pone su atención en los agentes a pesar del cristal puede oír cada palabra, se dice a si mismo “aun no”, sabe que ambos están armados y desde su posición no hay escapatoria. Alex camina hacia el, ha cogido un baso de agua y parece llevárselo pero Jericó puede oler que hay algo tóxico dentro a distancia, se pregunta si le han dado lo mismo a Jen lo cual le altera aun mas, desconfía de Alex profundamente e imagina como se va a librar de el, piensa en arrancarle las entrañas, la bestia que lleva dentro se esta despertando y no va a mejorar, con forme caiga la noche se ira volviendo mas peligroso.

Al fin la puerta se abre y el detective le pone delante el baso, lo deja encima de una pequeña mesa, después se coloca delante de el y saca el arma, sin pestañear ni un segundo le encañona, esta vez su pulso es firme.

-Adelante dispara -Parece retarle -Hazlo porque de lo contrario voy a convertir este sitio en una carnicería

-Lastima que empujase a Tom y desviase el disparo -Le habla en voz baja en el oido

-¿La vas a matar a ella también?- ríe a carcajadas -Anoche viste dos lobos en el bosque, si te funciona algo ese cerebro retorcido habrás caído en la cuenta 

-¿Que eres?

-Mírame a los ojos y respóndete a ti mismo, después coge tu arma y ten el valor de volarme los sesos y si te queda algo de decencia abre la puerta de al lado y hazle lo mismo

-¿Que le pasó a Meredith Jensen?, ¡Habla! -Alex pierde los papeles por completo

-Deja que ella se vaya

Alex sale del cuarto y abre la puerta contigua, la muchacha sale ante la extraña mirada del detective que se comporta de un modo frío, al pasar por la cristalera ve a Jericó que sigue esposado y sangrando, golpea el cristal con sus manos mirándole, la maldición que ambos arrastran les obliga a sentir la angustia del uno en el otro, Jericó le sonríe con esa cara de niño malo que tanto le gusta.

-Véte de aquí, ¡vamos, lárgate! -Jericó grita -Huye de aquí.

Jen se detiene, sus ojos se mueven como si le fuese a dar un ataque, cae al suelo casi en un estado de inconsciencia. Alex corre hacia ella y ve como dos lineas casi negras parecen dibujarse por sus brazos, le levanta las mangas y las sigue hasta que ve como se unen detrás de su nuca formando una flecha perfecta.

Mira sus párpados entreabiertos comprobando una vez mas que sus ojos se han teñido de fuego, algo le esta ocurriendo y solo puede sentir impotencia, vuelve su vista hacia Jericó buscando respuestas pero este parece tan sorprendido como Alex así que decide quitarle las esposas y dejar que aproxime a ella.

-¿Que le esta pasando? -La voz de Alex tiembla

-No lo se, había oido historias pero nunca… No se que hacer, creo que habría que llevarla al bosque

-¿Estas loco?, vamos al hospital…¡Dios! -Exclama agobiado -Esta bien vámonos de aquí

Capitulo 8. La verdad es tuya

Jericó coge a la chica en sus brazos mientras mira desconfiado al detective, no le hace ninguna gracia que les acompañe y menos que este dandole explicaciones a John, no puede evitar sentir una repulsión enorme hacia ese hombre, su intuición le dice que esconde algo sucio y que su repentina aparición en Rapid City no puede traer nada bueno, no obstante ahora no es lo que mas le preocupa, las marcas de los brazos de Jen cada vez tienen mas color y su pelo parece estar descoloriendose a medida que avanzan los segundos.

Alex ha cogido las llaves del coche de John, cuando Jericó tumba a la chica en la parte trasera se percata de que la herida del brazo cada vez le sangra más, no le dice nada tan solo espera que la hemorragia le atonte, no se siente seguro estando tan cerca de ese extraño ser y más después de la charla que han mantenido, aún debilitado sugiere al detective que ponga rumbo a Sturgis, le habla de un lugar en el bosque en mitad de la nada, no cuestiona sus palabras, tan solo conduce a toda velocidad hacia su ciudad natal.

Unos kilómetros antes de la entrada a Sturgis, Jericó pide a Alex que aparque en la cuneta y le advierte de que un sedán les ha estado siguiendo desde Rapid City, saca a Jen del coche y la carga sobre su hombro como si transportase un saco, se apresuran a adentrarse en el bosque asegurándose de que no puedan seguirles. Tras un largo rato caminando, Jericó se derrumba sobre el suelo muy despacio para no dañar su preciada mercancía, la tumba en la hierba mojada y se sostiene sobre ella apoyando sus codos en la tierra, totalmente agotado desliza su cara contra el pecho de Jen, escucha su corazón bombeando lentamente, cierra los párpados un segundo ante la atenta mirada de Alex que arde de celos.

-La noche se nos está echando encima y no creo que pueda seguir cargando con ella

-¿Que estamos haciendo aquí?…esto es de locos, no puedo más, estamos en mitad de ninguna parte, hace frío y no tenemos a donde ir

-A unos diez minutos de aquí hay un refugio, tenemos que seguir

En último esfuerzo Jericó se pone en pie y vuelve a cargar con la chica, caminan hasta un pequeño arroyo, una vegetación muy espesa cubre la entrada de una cueva que queda inadvertida por completo, está totalmente oscuro y húmedo en el interior pero el calor de la tierra les ofrece un cálido descanso. 

Parece que este lugar ha servido de refugio al misteriosos hombre en varias ocasiones ya que no tarda en encender una hoguera, en el interior hay algunas cosas a modo de kit de supervivencia, tan solo unas mantas, velas y unos pocos utensilios de cocina.

Dejan a Jen junto al fuego totalmente tapada y se sientan uno frente a otro al rededor de la hoguera, el silencio empeora gravemente la tensión entre ambos, Alex siente el odio recorriéndole las venas como si fuese veneno, aprieta los puños mientras se muerde el labio intentando retenerse, pero no puede.

-No puedes imaginar el asco que me produces, tu sola presencia me da náuseas, eres un monstruo sin alma, solo hay muerte a tu alrededor -Le reprende duramente 

-No te he quitado el arma, nada te impide que sigamos donde lo dejamos, vamos atrévete… todos reaccionáis igual, los celos te están destrozando y crees que si me aparto tendrás una oportunidad con Jen, ¿de verdad crees que eso va a suceder?, ni siquiera comprendes lo especial que es

-Quiero que me cuentes la verdad, ¿que sois?, ¿como ha pasado todo esto?…

-Mañana saldremos al alba y tendrás respuestas, si es que aguantas la verdad

Intranquilo Alex se recuesta, no puede esperar al alba, esta demasiado nervioso por conocer esa verdad tan esperada, estar en una cueva con esos seres tampoco ayuda a apaciguarse, el mundo tal y como lo conocía se le esta cayendo encima e incluso ha comenzado a pensar que se le ha ido la cabeza, finalmente el cansancio le vence y se queda dormido.

La mañana despierta iluminando la cueva con pequeñas partículas de luz que entran a través de los minúsculos huecos que dejan las hojas, el detective despierta, al abrir sus párpados ve a Jericó junto a Jen, este le acaricia la cara tiernamente, ella esta despierta sentada junto al fuego, su rostro esta apagado, parece estar enferma, aun así le parece la imagen mas tierna que ha visto jamas y se plantea como es posible que un ser como él pueda ser a su vez tan dulce y tan feroz, se pregunta  si debería marcharse y dejarles vivir sus extrañas vidas ajenas al mundo real que parecen no comprender, por primera vez parece entenderles, solo por un instante lo ve claro, pero enseguida su juicio se ve nublado otra vez por sus incontrolables celos.

Jericó sale de la cueva y le pide que le acompañe, cada vez se adentran mas en el bosque y la vegetación se vuelve mas densa, extrañado el detective le mira recoger todas aquellas flores de invierno que va encontrando, parece estar formando un precioso ramo.

Llegan hasta una zona mas llana y lisa, un enorme árbol solitario parece reinar en el páramo, Jericó retira un ramo seco del pie del majestuoso roble y coloca las flores frescas, sus ojos centellean e intenta esconderlos, permanece inmóvil frente al tronco mientras Alex le observa.

-Aquí es, en este lugar exacto es donde yace la pequeña Meredith Jensen, bajo la raíz, alimentando la salvia de este gigante -No puede mirar al detective a la cara

Alex se acerca despacio y se arrodilla a su lado confuso pero a su vez algo mas aliviado, por fin la ha encontrado, por un segundo una extraña paz le invade diciéndole que ha concluido su búsqueda, diez años atormentado por su desaparición y tan solo un inusual ser ha conseguido borrar esa espina de su alma.

Tras un instante prosiguen caminando totalmente en silencio hasta que dejan atrás la vegetación y llegan a un lugar abandonado, entran en una vieja nave industrial casi derrumbada, desde el centro Alex gira mirando desolado las paredes y el suelo salpicados de sangre seca, en la viga central una cadena cuelga mecida por el viento.

-Para ellos sus vidas no valían nada, tan solo eran juguetes que tenían que romper, torturadas, violadas una y otra vez, colgando de ese trozo frío de acero suplicando para que terminara pronto, gritando a la muerte que las llevase y aun así ella no quiso ampararla y la dejo desecha y rota, enterrada viva bajo un manto de tierra fría, imagina por un segundo su alma saliendo de su cuerpo frágil y estropeado… se libero de su nombre, de su pasado y de todos sus recuerdos

-Así la encontraste -Murmura en voz muy baja y claramente afectado

-Siento no haber podido llegar antes, lo siento -Su voz esta quebrada y rota -Comprendo si quieres remover la tierra bajo el árbol

-Yo también lo siento -Se escucha el seguro del arma deslizarse tras la nuca de Jericó -Pero no puedo permitir que sigas dejando un rastro interminable de cadaveres tras tus huellas, ¿lo entiendes verdad?

Jericó sonríe mientras entorna los ojos frunciéndolos, sus pobladas cejas negras crean una sombra siniestra por encima de sus párpados que parecen contener una tormenta  al rededor de sus pupilas, su piel blanquecina parece encenderse, se vuelve incandescente, su brillo ciega a Alex que no puede creer lo que está ocurriendo delante de él.

Una vez la luz se disipa no hay rastro de Jericó, un enorme lobo negro con la mirada gris clara y una pose claramente agresiva se muestra, el detective siente tanto miedo que las manos le tiemblan y no acierta a sostener la pistola y disparar al animal.

Convencido de que ha llegado su final contempla como ese ser se abalanza pero al saltar ni si quiera le roza, impactado se vuelve y contempla como Jericó convertido en ese fiero animal monta en cólera con una loba blanca con unas curiosas líneas negras de pelaje en sus patas.

Ambos depredadores mantienen una encarnizada lucha que parece que solo puede acabar con la muerte de uno de ellas.

Alex siente tanto pavor que es incapaz de correr, tan solo tiene la mirada fija sobre ellos hasta que de nuevo contempla como el pelaje del animal negro se va disipando dando lugar al cuerpo desnudo y magullado de Jericó que sujeta con fuerza a la loba casi asfixiándola con sus manos hasta que parece vencida y desaparece entre miles de hilos flotantes de una preciosa luz violácea .

Jericó que apretaba con sus manos el cuello de esa alimaña ahora sostiene con fuerza a Jen que también está totalmente desnuda y herida.

Las misteriosas líneas negras de sus brazos se han borrado tras el grave enfrentamiento que han mantenido delante de Alex, este no puede creer lo que ha visto, ahora si se ha convencido de cuál es la auténtica esencia de la hermosa mujer y a pesar del miedo, incomprensiblemente la desea con más fuerza que antes. Su enfermiza obsesión le está llevando al límite y ahora solo piensa en que Jericó y ella están tendidos el uno sobre el otro, no cae en la cuenta de lo que ha ocurrido realmente pues su preciosa loba blanca no estaba allí para protegerle de Jericó, sino que muy al contrario se disponía a matarle al sentir amenazada la vida de su compañero.

Capitulo 9. La cabaña en el bosque

Alex cubre a la chica con la camisa de Jericó que esta en el suelo y sale de la nave con la sensación de haber perdido algo, unos minutos mas tarde y una vez recuperado el aliento Jen y Jericó se dirigen a hablar con el, es peligroso quedarse allí, en mitad de la nada y con una helada aproximándose.

Aunque no le hace mucha gracia compartir techo con el extraño hombre, Alex propone ir a una pequeña cabaña que tiene su padre no muy lejos de donde están, en mitad del bosque pasaran desapercibidos y nadie podrá molestarles. Mientras caminan callados adentrándose cada vez mas en el paisaje, Alex no puede evitar pensar en lo que ha sucedido, quiere creer lo que ha visto y aun así su mente racional no le deja hacerlo, la sola imagen de Jen cubierta por la camisa ensangrentada de ese monstruo le transporta a un lugar en el que solo el odio existe, tal como Jericó dijo los celos le están destrozando.

-Ya hemos llegado, la llave esta en el macetero del porche

-Entrad vosotros, yo iré a buscar algo que llevarnos a la boca -Jericó quiere alejarse un momento de la chica esperado que al hacerlo pueda leer su mente o intuir que es lo que siente, necesita una pista para comprender si esas lineas negras en sus brazos son lo que piensa.

En el interior de la cabaña la tensión se acrecienta por segundos ante la fría actitud de Jen que ni siquiera mira al detective, quiere ocultar lo que ahora mismo le ronda por la cabeza pues le falta una mínima  chispa para hacerle daño, no para de revivir la imagen del arma en la nuca de su compañero, su conciencia humana la castiga también, la culpa la corroe por la muerte de Daniel, no puede permitir otra muerte mas por sus malas decisiones.

Al fin la puerta se abre y en una escena casi cómica, Jericó entra en la casa con una gran calabaza lo que hace que Alex expulse una risa irónica que no le hace ninguna gracia.

-¿De que te ríes?, tal vez esperabas un animal degollado…siento aguarte la fiesta pero no comemos carne muerta.

Jen sale de la casa dejando la puerta abierta y se sienta en los escalones del pequeño porche de madera huyendo de la estresante situación, Jericó va hacia ella ante la atenta mirada de Alex que no puede quitar su vista de ella. Se arrodilla tras su espalda, quiere decirle tantas cosas… pero ahora mismo le falta valor para tener una conversación seria.

-Deberia pregunta a Alex si tiene algo de ropa aquí, tal vez querrías quitarte la camisa

-¿Por que estas evitando hablarme?, ¿ya te has dado cuenta de lo horrible que soy? -La voz de Jen parece triste pero a su vez muy enérgica

-No…¿Que? -Calla un segundo y respira -nunca pensaría tal cosa, tu eres… quiero decir

-¿Que?, dilo de una vez, basta de excusas

Jericó se mueve para sentarse en el escalón mas bajo y hablar con ella mirándola a la cara, una vez ha visto su fuego eterno se reclina sobre el pecho de la chica y en voz muy baja le susurra -Tu eres lo que yo siempre he querido, créeme siempre y no puedes imaginar lo largo que ha sido el tiempo y lo duro que es no poder…

-Dámelo ya

-¿Que? Jen -pregunta nervioso

-Lo que es mío…te prometo que no te voy a hacer daño

Jericó se incorpora aterrado, su respiración es rápida y nerviosa, su corazón parece desbocado, como aquella vez, ha comenzado a llover y las gotas de agua que caen del tejado resbalan sobre Jen, no sabe si girarse hacia ella o salir huyendo hacia la oscuridad del bosque, en ese instante piensa “toda la vida esperándote”, sin meditarlo mas se gira hacia ella colocando sus manos sobre las mejillas de Jen apresurándose a rozar sus labios con los de ella, sus lenguas desenfrenadas se tocan inundando sus bocas de sabor a deseo. Sorprendido Jericó se aparta un instante, de su boca brota el vaho blanquecino del aliento helado, la promesa de Jen era cierta, no ha sentido dolor.

-Meykan -Susurra la muchacha aun estremecida por el beso 

Jericó queda totalmente inmóvil por como le ha llamado, el nombre de la bestia que guarda en su interior, el nombre con el que le bautizó la mujer que le mató y le transformo en lo que es, una palabra tan solo le sirve para que aun siendo su cuerpo todavía el de un humano, se libere su espíritu haciendo florecer su personalidad salvaje y desbordada.

-No…-Susurra totalmente escapando de su propio control mientras sus ojos claros se vuelven una tormenta eléctrica -Ahora no puedo parar, no voy ha hacerte el amor, voy a poseerte como lo que soy, un animal.

Poco a poco saborea con su lengua el cuello de Jen, siente los latidos de su corazón en las venas junto a la garganta y aprieta con sus dientes mientras ella le desabrocha el pantalón, totalmente fuera de control la tumba sobre la escalera sin poder parar de tocar con sus dedos entre los muslos apretados de Jen, desatado al fin de su vestimenta la sujeta por las muñecas y la mira fijamente hasta que ella pícaramente sonríe.

Se retumba sobre ella sintiendo como su excitación aumenta de tamaño dentro del sexo de Jen, se contornea velozmente provocando el gemido de la muchacha que parece a punto de la asfixia mientras la lluvia sigue acariciando sus cuerpos desnudos.

Jen libera sus manos rodeándole el cuello y acercando su cara, quiere sentir el aliento de Jericó en su garganta, el ardiente fuego que sale de sus pulmones llenándola de ansia, atrapa la cintura del hombre con sus piernas y forcejea hasta conseguir colocarse justo sentada encima de el.

Para un segundo, fijamente mira su rostro y sus ojos grises casi blancos y después aprieta su pelvis fuertemente contra el, sacudiendose sobre el, sus lenguas vuelven a encontrarse nerviosas, las manos de Jericó aprietan fuertemente sus pechos, acaricia sus pezones, después las deja caer por la cintura y las coloca agarrando fuertemente el trasero de la chica, empujándola aun mas duro sobre su miembro. 

La muchacha se arquea como una flecha al ser disparada, tiembla estremeciendo cada poro, cada milímetro de piel de Jericó, puede sentir como el cuerpo de Jen, totalmente sincronizado con el suyo se parte de placer, alcanzando una sensación totalmente indescriptible, su ardor se desparrama en el interior de su hembra, mientras ella entre gemidos acaricia las enormes cicatrices que brotan de su pecho, su boca busca el sabor de sus venas, sus dientes se clavan en el cuello del hombre como clavos lujuriosos que le hacen estallar rompiendo su propio silencio en un interminable suspiro.

Vuelven a mirarse, aun muy alterados y excitados, intentando recuperar el aliento y comiéndose a besos entre respiraciones, no hacen falta palabras que no tienen sentido para el lobo, tan solo el latir de sus corazones les basta para entenderlo, los humanos no pueden amarse de este modo.

Dicen que el amor de un lobo es para siempre, dicen que el odio del hombre también lo es, algo que han olvidado por un instante, pero que Alex, que ha observado desde el interior de la casa sabe muy bien.

El detective ha contemplado lo sucedido en el porche, nervioso daba vueltas por la cabaña con el arma en la mano, pensaba en matar a Jericó nuevamente, luego ha pensado que tal vez debería matarles a los dos y enterrarles, esta tan celoso que incluso se ha puesto la pistola en la boca, “tiene que ser mía”, se repite una y otra vez.

Jen es la primera en entrar adentro, encuentra a Alex aun sosteniendo el arma entre sus manos, esta claramente muy nervioso y alterado.

-¡Maldita zorra!-La apunta con el cañón de la pistola -todo es culpa tuya

-No te atrevas a culparme, maldito loco, tu me has echado en sus brazos al intentar matarle -Adopta un comportamiento muy agresivo, las oscuras lineas vuelven a aflorar sobre su piel y sus ojos mas rojos que nunca brillan incandescentes

-Quieta Jen -Jericó irrumpe

-¡No!, déjala que termine lo que ha empezado

-¡Callate Alex!, va a matarte y yo no puedo impedirlo…Calmate y baja ese arma, sabes muy bien lo que pasará si disparas.

Entendiendo la amenaza del lobo, se deshace del arma arrojándola a los pies de Jen que sale de la sala murmurando -Voy a arrancarte el alma.

Jericó y ella hablan en la pequeña sala contigua al salón, la puerta está cerrada pero Alex les escucha tras la puerta, piensan salir de la cabaña al alba, ella se dirigirá a Rápido City para coger algunas cosas y él volverá a la cueva, hay algo en su interior que quiere que vea la muchacha, después desaparecen juntos como si nunca hubiesen existido y dejaran atrás a Alex y todo lo ocurrido, algo que no va a permitir de ningún modo.

Capitulo 10. El soldado

Con los primeros destellos del sol, los dos extraños seres se preparan para marcharse, el detective les observa despedirse en el porche, sus caricias y besos le rompen literalmente el alma, comienzan la marcha hacia el bosque hasta llegar a el punto donde se separan, Jen desaparece entre la arboleda mientras que Jericó atraviesa la llanura hacia la vieja nave abandonada. Cuando llega hasta la zona se encuentra cercado, un montón de agentes del F.B.I. armados hasta los dientes le rodean y a su espalda Alex que le seguía de cerca también le apunta.

-No pongas resistencia -John se le acerca sacando las esposas -Quedas detenido por el asesinato de Meredith Jensen y los crímenes de Black Hills.

La sonrisa de Alex se dibuja en su cara, ha ganado, el cazador se ha convertido en presa, se siente lleno de poder, ahora solo le falta convencer a Jen de que Jericó se ha marchado sin ella, pero prefiere esperar hasta que invente una historia coherente.

Mientras se llevan a Jericó detenido en un coche, John y el detective reúnen a un grupo de forenses, van a desenterrar los restos de Meredith para ofrecerle por fin el esperado descanso y aliviar una dolorosa etapa de sus vidas, ambos supervisaran los trabajos esperando así poder dejar a un lado el dolor padecido durante años.

Poco a poco la tierra se queda amontonada sobre el suelo gélido dejando al descubierto los huesos y los recuerdos, una pequeña cinta roja aun se sostiene en el radio del esqueleto despejando la duda sobre la identidad de los restos, un pequeño trozo de tela que Alex recuerda tan claramente como la luz del día.

Con forme van retirando el fango descubren algo escabroso e inesperado, otro craneo humano aparece a escasos metros de los restos de Meredith, uno de los forenses asegura que se trata de los restos de otra mujer, esta seguro de que pertenecen a una joven.

Recogerán los huesos y los llevaran al deposito de Sturgis en donde los estudiaran para concretar la identidad de ambas mujeres. Alex va a acudir hasta la cueva para registrarla y encontrar eso tan importante que Jen tiene que ver, una vez en su interior alumbra con su linterna las paredes sin advertir nada extraño hasta que en el suelo sobre sus pies detecta un pequeño montículo de tierra abultado, con sus mano escarba la tierra impaciente hasta que siente un trozo de plástico, una especie de envoltorio y estira de el, en su interior parece haber un libro, al abrirlo una fotografía cae al suelo, al mirarla se llena de desconcierto, es la imagen de un soldado del ejercito regular de los Estados Unidos fechada en el invierno de 1876, no le queda duda de que es el rostro de Jericó el que esta estampado sobre el papel cuarteado y el libro es un manuscrito de su propio puño y letra, el diario de un joven soldado en mitad de una de las guerras mas devastadoras de la historia de su país.

Como un tesoro, lo custodia dentro de su chaqueta, esta ansioso por leer lo que ocultan sus hojas descoloridas, aun hambriento de conocer los secretos mas hondos del diario tiene mas prisa por llegar a la comisaría de su ciudad natal donde ha quedado en encontrarse con John y poder ver a su enemigo, ahora tras los barrotes de hierro de una celda.

En la comisaría John esta ocupado con algunos agentes que ahora serán los encargados de indagar sobre lo supuestamente ocurrido, los hechos que conoce tan solo se basan en lo que le ha contado Alex y en la extraña llamada que le  hizo anoche desde la cabaña, no quiere dejar cabos sueltos.

Al verle tan ajetreado, el detective decide bajar a las dependencias en las que esta retenido Jericó, las rejas le hacen sentirse mas fuerte que nunca, sabe que esta a salvo por lo que decide enfurecer al prisionero mostrándole el diario.

-Once de Febrero de 1876, estoy convencido de que lo que quedaba de mi ser ha muerto, la sangre de los Lakota corre por mis manos como un río incesante de maldad -Lee los secretos mas profundos de Jericó mirándole a través de la verja -Los ojos de los niños apagados y sin vida me hacen ver que me he convertido en un monstruo, renuncio a mi alma, Dios perdóname.

Jericó le mira desafiante desde el interior de la celda, claramente puede verse que le han dado una paliza y aún así su voluntad no se ha doblegado, piensa en Jen creando una imagen en su retina tan clara que casi extendiendo su mano podría tocarla.

-Alex, ¿que estas haciendo aquí? -John interrumpe su malintencionada visita a los calabozos -Tenemos que hablar, hay algo que querría corroborar contigo.

Le conduce hasta un despacho y cierra la puerta, se sienta en una silla con una complicada expresión en el rostro, coloca una hoja sobre la mesa y sostiene una pluma en la mano.

-Cuéntame que sabes sobre el hombre de la celda… y dime dónde está la chica

-Ha vuelto a casa, ella es una víctima, Jen no debe saber nada de ese asesino nunca más

-¿El te dijo que había matado a Meredith?, Alex contéstame -El tono de John es rudo

-Me llevó hasta el roble y me contó… -Las gotas de sudor resbalan por su frente -Me dijo que estaba enterrada en las raíz, también fue quién hizo las llamadas anónimas a emergencias para que fuésemos al fuerte y a casa de Jen.

-¿Jen?, ¿Karel?, déjame que te cuente algo sobre esa chica -Abre una carpeta que hay en la mesa -He ordenado que hiciesen una identificación de la dentadura del segundo esqueleto con una radiografía dental de Karel Lee Velkan, ¡Alex por Dios! ¿que coño esta pasando aquí?,la chica con la que hable hace unos días lleva muerta diez años, el hombre que hemos arrestado no existe, ni huellas, ni ADN, nada…

Capitulo 11. Sangre por sangre

Jen ha llegado a casa, esta muy cansada por su viaje a pie, ha aprovechado la noche para recorrer la  carretera bordeandola por el bosque. Mete la llave en la cerradura impaciente por entrar y darse una ducha caliente, la puerta no tiene la llave echada, no le inquieta ya que Samantha seguramente este esperándola en el interior de la vivienda.

-¿Sam? -Entra a la sala a voces

-Ya era hora de que llegaras, tu amiga esta algo impaciente -Un hombre con un acento ruso muy marcado le contesta desde el interior, a su lado Samantha esta amordazada y atada de pies y manos en una silla -No podíamos empezar la fiesta sin ti.

Una imagen escalofriante sobreviene a Jen que permanece inmóvil y totalmente pálida frente al ruso. 

Sin oponer ninguna resistencia sale de la casa con él hasta que llegan a un furgón donde la empuja para meterla dentro, luego cierra la persiana y escucha como se marcha. Espera unos minutos hasta que vuelve a abrirse la puerta, esta vez es Samantha la que entra en la caja, sigue maniatada y con la boca amordazada.

Recorren un buen tramo hasta que por fin se detienen, unos hombres las sacan de la caja y las meten en una especie de almacén abandonado, separan a ambas mujeres y llevan a Jen hasta un cuarto sucio y húmedo en el que hay una mesa de acero, encima de ella un estuche quirúrgico con algunos bisturíes y otros instrumentos punzantes. Le atan los brazos a una especie de silla macabra de torturas usando unas bridas de plástico y se marchan de la estancia dejándola totalmente sola.

La puerta vuelve a abrirse, han pasado unos cuarenta minutos desde que la dejaron ahí, esta vez el ruso entra sosteniendo una caja, parece un regalo, otro hombre entra detrás, empuja una especie de carro casero en el que hay un viejo televisor y un aparto antiguo, parece un VHS.

-Bien, bien…veamos que teneos aquí -El ruso da vueltas mirándola -¿No te acuerdas de mi y de mis chicos? -Le propina un golpe en la cabeza ante la falta de respuestas de la chica -La ultima vez gritabas, tal vez Mihael pueda refrescarte la memoria un poco.

Jen se retuerce en la silla intentando liberarse mientras que el ruso ríe y le propina golpes, el otro hombre conecta el televisor e introduce una cinta en el anticuado aparato de video, cuando las imágenes inundan la pantalla, el ruso sujeta la cabeza de Jen haciéndola mirar, lo que ve la devuelve al pasado.

Es el video de su propia muerte y ahora va a tener que revivirlo una vez mas, no solo en el monitor, esos cerdos la han traído aquí para matarla, su vida no vale nada.

-¿Por qué? -Pregunta entre lagrimas

-Porque ahora mismo mucha gente se pregunta como es posible que estes viva y quieren volver a verte morir, no es nada personal, yo solo soy el ejecutor de unos ricachones enfermizos… te diré lo que haremos si así te sientes mejor, primero mis chicos te quitaran esa ropa y les dejare que lo pasen bien contigo, después cogeré unos bisturíes y te haré sentir tanto dolor que suplicaras que te mate y por ultimo te cortare esa bonita cabeza para meterla en un bote lleno de formol, puede que me la guarde para asegurarme de que no vuelves

-Eres despreciable -Jen le escupe

-No deberías insultarme -Se levanta y coge la caja que traía abriéndola y tirando su contenido al suelo -Creo que se me ha ido la mano con tu amiga -Jen contempla las extremidades mutiladas de Sam esparcidas.

Alex y John continuan su conversación cuando una videollamada desde el móvil de Jen les interrumpe, extrañado se apresura a descolgar pidiendo un momento a John que abandona el despacho para darle algo de intimidad.

-Jen -dice mientras la imagen se establece

-Detective Alex Young. Por fin tengo el placer de ver el rostro del hombre que me esta tocando las pelotas -El hombre con acento ruso usa el teléfono de Jen para llamarle -Tengo a tu novia, observa -la enfoca con la cámara

-¿Qué quieres?, suéltala, por favor

-Es demasiado tarde, has metido al F.B.I. en todo esto y ahora voy a darte una lección, voy a matarla… Por cierto deberías salir a la calle, te he dejado un regalo junto a la entrada de la comisaría.

La llamada se cuelga y sale corriendo hacia el exterior, al lado de la puerta hay una caja, el suelo esta empapado de lo que parece ser sangre, la abre con cautela y horrorizado se tapa la boca con las manos, dentro del paquete hay una cabeza humana, la de Samantha.

Totalmente desesperado vuelve a entrar y se dirige derecho a los calabozos, su única esperanza es su peor pesadilla.

-La tiene y va a matarla -Grita desde el pasillo

-¿Quién tiene a quién?

-Jen, la tiene un hombre, ha matado a Sam y ahora… -Busca por sus bolsillos muy alterado -Toma la llave abre la puerta, tienes que ayudarme a buscarla

Jericó sabe que no va a poder salir de la comisaría vivo -Tengo que hacerlo, no te asustes -El resplandor violeta le cubre dando paso al lobo negro, camina desafiante al pasar junto al detective golpeando su rodilla, para delante de él y vuelve su enorme cabeza mirándole.

Por un momento ambos tiene una enorme sensación de entendimiento o sinergia, la voz de Jericó suena en la mente de Alex, el dolor del lobo que siente su corazón quebrarse en pedazos parece afectarle de igual manera.

Velozmente ambos salen de la comisaría, cuando atraviesan la puerta John y otros agentes están fuera horrorizados mientras inspeccionan el contenido de la caja ensangrentada, no sabe que esta pasando, pero el solo hecho de haber visto correr a Alex tras un enorme lobo negro de ojos grises le desconcierta aun mas, da orden a otros agentes para que le persigan y baja veloz a los calabozos donde descubre que el prisionero ya no esta en su celda.

Tras la videollamada, Jen ha estado sola y encerrada en ese cuartucho durante un largo rato, atemorizada por lo que parecen ser sus últimos momentos en este mundo piensa, pero solo puede repetir en voz baja una y otra vez “Jericó”. De pronto sus ojos cambian de color y de vista, los muros que la retienen parecen desaparecer de sus pupilas, observa una calle que no le es desconocida como si corriese por ella a toda velocidad, distingue de manera muy borrosa y parpadea, la sensación de ver con unos ojos que no son los suyos le provoca una insólita reacción, nuevamente las lineas negras aparecen en sus brazos, esta vez pintando su piel de un tono muy oscuro, siente como su corazón se apaga bombeando tan despacio que nota la sangre pararse en sus venas, su traquea se cierra impidiendo que pueda respirar.

La puerta se abre, el hombre al que el ruso llamó Mihael entra en el terrorífico habitáculo, se dirige hacia ella que permanece inmóvil con los párpados abiertos, pone sus dedos en su yugular, luego se levanta muy rápido y coge uno de los bisturíes para cortar las bridas que la retienen, Jen esta totalmente muerta y aun así consciente.

Mihael levanta su cuerpo inerte de la silla sosteniéndola sobre sus brazos, la saca de la sala y la traslada a otra mucho mayor, deja el cuerpo sin vida de Jen sobre una especie de camilla y grita en un idioma que ella no puede entender.

Rápidamente el ruso junto a otros cuatro hombres aparecen, la miran y hablan, se mueven por la habitación atareados, uno de ellos coge una cámara de vídeo y la enfoca, los otros tres se quitan la ropa, aunque este muerta para ellos van a realizar su macabra filmación, no pueden respetarla ni tras haber muerto, no les causa ninguna pena ni remordimiento, tan solo van a destrozar lo que queda de ella corrompiendo su pequeño cuerpo y destrozándolo una vez más.

Mihael corta la tela de su ropa dejando su fina piel al descubierto, se preparan para cometer una barbarie ájenos a las consecuencias de sus actos depravados.

Alex corre por las calles hasta perder el rastro del veloz animal, para y mira a todas partes hasta que divisa a Jericó forzando la puerta de un coche, totalmente desnudo y lleno de sudor, corre nuevamente hacia el desesperado.

-Está a las afueras de Rapid City -Su confianza es rotunda

-¿Puedes verla? -pregunta agonizando de nervios y sintiéndose culpable 

-La he sentido un solo instante

Consigue abrir la puerta del coche y hacer un puente, a toda velocidad pasa por delante de los agentes que les seguían, estos dan aviso a John, los patrulla no tardan en seguirles pisándoles los talones, pero Jericó no está dispuesto a detenerse, ha presentido a la muchacha un segundo, después ha desaparecido de su mente como si hubiese apagado el interruptor de una lámpara, la oscuridad, la incertidumbre, tan solo eso.

Uno de los hombres se acerca al cuerpo de la joven, intenta separar sus piernas que ya han empezado a entumecerse, en el mismo instante en que pone sus manos sobre ella, todos los poros de Jen comienzan a resplandecer como partículas de polvo flotantes por todas partes, su cuerpo se desvanece ante la sorpresa de sus captores, se transforma y cambia, se libera volviéndose el infierno, un demonio tendría piedad o un ápice de su conciencia humana.

La camilla está vacía, no hay rastro de ella por ninguna parte, como un fantasma se ha esfumado, los hombres buscan a su alrededor sin suerte hasta que de la nada salta sobre el frío metal en su versión más salvaje.

El primer plato está servido, empujándose con su poderosas garras se impulsa sobre aquel que pretendía profanar su cuerpo, clava sus dientes tan fuerte en su cara que al caer al suelo le desgarra la carne, ha pintado su muerte sobre un enorme lienzo helado, parece que el destino al fin se ha cobrado un alma, no la de ese ser miserable que aún tiembla sobre el suelo mientras agoniza, sino la de Jen, que ha sentido el placer más profundo de su vida al asesinarle.

El ruso intenta esconderse entre los gritos agitados e incomprensibles de los otros hombres, todos han firmado hoy su sentencia de muerte.

Jericó detiene el coche en el exterior del viejo almacén y sale a toda velocidad hacia el interior, sabe que ella está ahí, puede olerla, el detective le sigue con la pistola en la mano, ve a alguien salir corriendo del edificio y no duda ni un instante en dispararle.

Tres coches policiales irrumpen en el solar, los agentes contemplan la inquietante imagen y salen armados y confusos de los vehículos. Jericó entra el primero seguido por el detective e irrumpe en la sala grande, se queda quieto un segundo, paralizado al contemplar a Jen de rodillas en el suelo, desnuda y cubierta de sangre que chorrea desde su boca hasta sus pies descalzos, Alex mira impactado, hay cuerpos de hombres despedazados por el suelo, hay dos camillas metálica, en una de ellas se ve el cuerpo sin extremidades y decapitado de Samantha.

Muy despacio y sin asustarla Jericó se aproxima a la chica, la abraza lo más fuerte que puede levantándola del frío hormigón, escucha el ruido de un objeto metálico empujado por alguien que permanece oculto y sin pensarlo corre atraído por el sonido, sale del edificio nuevamente seguido por Alex que sube sus manos agarrando el revólver con fuerza, apuntando directamente y de frente, Jen ha salido corriendo muy rápido tras ellos.

La muerte mete su mano decidida a mover los hilos, lo que está escrito ha de ocurrir, cruel y mortífera se ha propuesto llevarse un pasajero, irónica, ha decidido qué es Jen la que tiene que meter en su saco.

Alex dispara el arma, no hacia el ruso que es quién huye, el hiriente metal lleva escrito el nombre de Jericó, el sonido del proyectil rompiendo el aire hace parar a su víctima, la voz de la muerte se escucha alta y clara cuando la bala atraviesa el pecho de Jen que se ha interpuesto cambiando el destino de su amante.

Cae lentamente, casi tanto que el tiempo parece detenido ante los ojos rotos del lobo hecho hombre, el último aliento expulsado por su boca sé convierte en sangre resbalando por sus labios, la exhalación temerosa de sus pulmones encharcados apaga progresivamente sus preciosas borlas de fuego y en su mente, el recuerdo del tacto de la piel de Jericó, el olor a tierra y ceniza de sus manos sujetándola, se va en paz, tranquila y pagando el precio del favor que Jericó le hizo al devolverle la vida.

Totalmente inexpresivo mira a Alex, en su rostro no hay dolor, ni furia , ni rabia, nada, tan solo recoge el cuerpo sin vida de la chica, se da la vuelta y se marcha hacia el bosque ante la mirada de John que acaba de llegar al lugar. Perplejo camina hacia su compañero sacando las esposas y arrojándolas a los pies de Alex.

-Póntelas Alex, te voy a detener y luego iré a por el otro

-No, déjale marchar, esto es culpa mía 

Capitulo 12. Tras la tormenta no hay calma

Ambos agentes vuelven a Sturgis, no cruzan ni una palabra en todo el trayecto, tan solo el lamento que brota de Alex rompe el silencio, ha matado a Jen y la culpa destroza su mente atormentándole de tal forma que ahora mismo lo único que desea es su propia muerte.

John baja del coche y abre la puerta del acompañante, saca las llaves y le quita las esposas, no quiere meterle en comisaría como a un delincuente, tampoco puede detenerle por asesinar a una persona muerta o que no existe.

-Vamos al despacho, ahora mismo vas a contarme que está pasando

Una vez están solos y nadie puede escuchar, Alex le relata la historia más absurda que ha escuchado jamás, a sabiendas de que no va a creer ni media palabra saca el diario y entrega la fotografía del soldado a John que la mira inquieto, después abre el libro y comienza a leer una hoja al azahar.

-Dieciocho de Marzo de 1876, ya no hay palabras que puedan frenar lo que hemos venido ha hacer aquí, anoche mi destacamento arrasó el poblado, todos están muertos -cambia de pagina -Vi a una mujer en el fuerte, parecía una diosa, seducido por ella la seguí como hipnotizado, me tumbe encima de ella sin saber muy bien que quería de mi, sus manos calientes me arrancaron la camisa rota y llena de la sangre de su pueblo, parecía otra cosa hasta que sacó un extraño puñal y lo clavó en mi pecho -Alex no puede dejar de leer, quiere saber que ocurrió -Como pude escape del fuerte, en mitad del bosque caí, por fin me había llegado la hora, la mujer me encontró nuevamente, venia con un enorme lobo negro que puso su garra sobre mi cara, sentí un dolor infinito y entonces no se como volví a vivir, recuerdo vagamente que ella dijo que viviría eternamente solo como castigo, creo que fue un sueño, no entiendo nada, me estoy volviendo loco.

-Dejame ver ese diario, ¿de dónde lo has sacado?

-Estaba en la cueva que te describí, enterrado a conciencia, ¿que, ahora me crees?

-Lo que yo crea no importa, vamos al museo histórico de Black Hills a comprobar si es autentico

Ambos agentes llegan hasta Whitewood, la sociedad histórica sobre la guerra en Black Hills se encuentra en mitad de la ciudad, Alex no comprende el repentino interés de John por el soldado.

Una vez en el interior curiosean mirando los estantes llenos de armas antiguas, medallas, fotografías y un sin fin de objetos sacados de otro tiempo.

-¿Puedo ayudarles caballeros? -Muy amable el regente del museo les pregunta, es un hombre muy mayor.

-Vera he encontrado en casa un diario con una fotografía, creo que podría tratarse de una reliquia familiar y quisiera que me ayudase a averiguar algo sobre el -John parece muy convincente

-Déjeme ver joven -El anciano contempla la imagen y curiosea el diario -Fíjese en la fotografía, por los galones que lleva en la camisa este hombre debió de ser capitán, parece muy joven, pero en aquellos tiempos no es extraño que alguien de esta edad pudiese tener un rango alto en el ejercito

-Creo que su nombre era Jericó -John no duda en desvelar este dato

-Déjeme comprobar el registro que tengo en los libros de arriba

Siguen al anciano hasta el piso superior en el que hay cientos de libros viejos ordenados por fechas y algunos símbolos militares, coge varios y los deja sobre una mesa, después mira uno de ellos buscando atentamente.

-Aquí esta su hombre, se trata del capitán Ray Jericó Edelstein, que curioso

-¿Qué ocurre? -Alex no puede contener su curiosidad

-Jericó es un nombre o apellido Hebreo que significa luna aunque algunos manuscritos antiguos dicen que su significado es el que aúlla a la luna, simplemente me ha chocado su procedencia

-¿Hay algo más sobre él?

El anciano abre los libros y busca entre sus hojas hasta encontrar una imagen en la que se reconoce a Jericó fácilmente

-Este muchacho debido de ser muy importante durante la batalla de Black Hills… Aquí hay una mención sobre el, en 1876 durante la fiebre del oro obtuvo el rango de capitán por exterminar a un gran numero de Lakotas, no obstante debió morir en la batalla porque no se tiene registro después de Marzo de ese mismo año, podría intentar buscar mas información

-Muchas gracias le dejo mi teléfono por si encuentra algo -John parece haber obtenido lo que quería y no tiene motivos para seguir en ese lugar.

De vuelta a la comisaría ambos detectives ni siquiera cruzan palabra, cuando llegan a su destino John se encierra en el despacho solo, realiza algunas llamadas y examina detenidamente el informe sobre el incidente del viejo almacén, después busca la fotografía de detención que hicieron a Jericó antes de meterlo en el calabozo y la cuelga en la base de datos de personas peligrosas, búsqueda y captura vivo o muerto, no le importa como pero necesita eliminarlo de su particular ecuación, Alex también se ha convertido en un obstáculo por lo que emite una carta explicando al actual capitán de Rápido City que ya no es necesaria su colaboración, aunque no es lo que tiene en mente, por el momento tenerle alejado será suficiente.

-Alex, entra un momento al despacho -Le espera junto a la puerta -Tengo que comunicarte que vuelves a Rápido City, no es preciso que te quedes más aquí

-Estás muy raro desde que te dije lo que

-¿Hombres que se convierten en lobos?, ¿Karel y el soldado? – interrumpe de manera desagradable -Lo único que me ha quedado claro de todo lo que me has contado es que estás enfermo y tu obsesión por esa chica le ha costado la vida… de todos modos explícame como Jericó pudo hacer semejante carnicería en el almacén, los agentes que os seguían le vieron entrar contigo, es imposible que el los matara tan rápido. Damé el diario y lárgate, te esperan en Rápid City.

Sin rechistar le entrega el libro, en su interior siente que no debe hacerlo pero aún así no parece tener elección, volver a la comisaría trece tampoco es una buena noticia tras lo ocurrido con Mallers y las palabras de John le han dolido, sobre todo porque tiene razón, Jen ha muerto por su obsesión y todavía no sabe cuáles serán las consecuencias, espera que Jericó salga de su escondite y se cobre una merecida venganza, no obstante aun quedan muchas incógnitas abiertas, el asesinato de Mallers, las chicas asesinadas, el ruso y por supuesto el inquietante y repentino interés de John por Jericó.

Capitulo 13. Silencio

Tras dos meses de nuevo en la comisaría trece y un gran cambio en la operativa del departamento, Alex ha vuelto a sentirse en casa, arropado por la nueva capitán Virginia Walker, se ha integrado en un nuevo grupo de investigación que se ha centrado en los hechos ocurridos en Rapid City, desgraciadamente lo que han estado indagando durante este tiempo no ha sido agradable para nadie y menos para los agentes que se han visto envueltos en escándalos con la prensa pues la corrupción del póstumo capitán Mallers pronto se filtro, las numerosas expulsiones del cuerpo también salpicaron el alma de la pequeña comisaría.

Nadie podía imaginar que Mallers era un traficante de vidas humanas, que buscaba chicas sin hogar y se las proporcionaba como ganado a una banda de degenerados para su negocio de películas en las que se practicaban todo tipo de humillaciones y torturas hasta la muerte.

Mallers fue enterrado como un héroe pero en realidad era todo lo contrario, desde Sturgis hasta Rapid City, su trayectoria profesional estaba llena de horrores, tan solo ha hecho falta seguir el dinero que tenia en sus cuentas privadas para ver la magnitud de sus crímenes, casi diez años traficando con vidas humanas al igual que sus compinches, compañeros de la comisaría trece que se llenaban los bolsillos de dinero manchado de sangre por hacer la vista gorda.

-Alex, vamos a tomar unas cervezas, ¿te apuntas?

-He quedado con Tess… pero creo que me quedare a una rápida 

-No quiero ser motivo de disputas -La capitán suelta una ligera sonrisa mientras da golpecitos en la espalda del detective para que salga hacia a la calle -Dile a tu chica que venga algún día y así no tendrás que salir corriendo cada vez que vamos de bares

-Es pronto aun -Responde sudoroso y claramente avergonzado

-Ya te he dicho cientos de veces Alex que la traigas, el psicólogo del cuerpo la ayudara a superar lo de Tom… y podrías venir tu también, tal vez si ambos… No quiero insistir mas, lo dejo en tus manos

-Vamos a por esas cervezas jefa -Como siempre da largas a la capitán, hace tan solo unas semanas que se ha decido a arreglarlo con Tess y ahora esta tomándoselo con paciencia.

Tras una copa con sus nuevos compañeros, una cena tranquila en el restaurante de la plaza con Tess y un paseo con su nuevo amigo de cuatro patas, al fin llega a casa, Tess le espera ya en la cama tapada hasta las cejas, se quita la ropa y la lanza sobre la pequeña silla de la habitación totalmente exhausto y con prisa por tumbarse.

Hablan un poco antes de quedarse dormidos, Tess tiene las manos sobre su pecho, al poco nota como se retira hacia el otro lado y abre ligeramente los párpados para comprobar que no se ha marchado de la cama, en ese preciso momento escucha claramente la voz de alguien que ya creía olvidada y abre los ojos totalmente sorprendido, busca en la oscuridad de la habitación, una sombra, un leve movimiento, pero nada.

Nuevamente escucha la voz de Jen, ahora mucho mas claro y tan cerca como si le susurrase en el oido “esto no ha terminado”.

El tortuoso suspiro le recorre el cuerpo como un escalofrío, su mente se nubla mostrándole una y otra vez la imagen de la chica cayendo al suelo con el pecho impregnado de sangre.

Intenta por todos los medios salir de la cama pero no puede, se siente atado y aterrorizado.

-¡Alex!, ¡Alex!, ¡despierta Alex! -Tess grita -Tranquilo, has tenido una pesadilla, estas en casa, estas aquí -le toca la cabeza para tranquilizarle notando que esta totalmente empapado en su propio sudor.

Muy desconcertado se reclina y abraza a Tess fuerte, solo intenta asegurarse de que esta despierto, de que puede sentir a alguien, es real, no un fantasma que ha vuelto para torturarle.

A la mañana siguiente acude rápido a la comisaría, pregunta en la centralita por las llamadas de la noche, quiere saber si ha ocurrido algo fuera de lo normal, todo esta tranquilo en la ciudad. 

Al girarse para dirigirse a su despacho observa el tablón en el que colocan avisos importantes y se queda pálido y helado como un témpano de hielo, esos ojos grises claros parecen mirarle de frente, a él, solo a él.

No duda en arrancar la hoja de búsqueda y captura del tablón e ir directamente al despacho de Virginia, tiene tanta prisa por hablar con ella que ni siquiera llama, directamente abre la puerta ante la sorpresa de la capitán y coloca la hoja encima de la mesa.

-Virginia, perdona mis modales, necesito saber cuanto tiempo hace que llego esto a la comisaría

-Tranquilo Alex, siéntate y cuéntame qué pasa, tranquilo -Ve el nerviosismo de Alex a la legua

-Este hombre… es…vas a pensar que estoy loco, espera -se levanta de la silla y sale corriendo hacia afuera del despacho, rebusca en su mesa y vuelve con el móvil en la mano y un pequeño sobre -Cuando veas lo que tengo en el sobre lo entenderás.

Virginia lo abre inquieta, en su interior hay una fotografía, lo único que ha visto es el reverso con una fecha escrita, cuando le da la vuelta la observa atentamente colocándola al lado de la orden de detención.

-El parecido es increíble -intenta buscar diferencias en ambas imágenes 

-No, lo increíble es que se trata del mismo hombre, se llama Jericó, le conocí hace algún tiempo, esta orden… él no ha hecho nada, es mi culpa

-Vamos a ver Alex, quiero entenderte pero no puedo, dame mas pistas

-Mira esto -Le dice mientras le enseña las imágenes de su móvil, algunas de las paginas del diario del soldado que pudo fotografiar.

Virginia lee con atención pero su cara no refleja sorpresa alguna, mas bien es como si hubiese encontrado explicación a algo o estuviese rellenando huecos de algo que ella ya sabia.

-Disculpe capitán -uno de los detectives de la comisaría interrumpe abriendo ligeramente el despacho -Acabamos de recibir un informe de Box Elder, han encontrado el cadaver de una joven, parece obra de nuestra banda de degenerados.

-Vamos, Alex, agente Thousen, diríjanse rápido hacia allí, voy ha hacer unas llamadas y salgo a su encuentro… por cierto Alex, hablaremos de esto.

Los detectives llegan enseguida a la escena del crimen, Box Elder esta tan solo a trece kilómetros de Rapid City, no se acercan a las cintas que acordonan el perímetro, con cautela esperan a Virginia, van a seguir el nuevo protocolo que han marcado, van a evitar confusiones y conductas sospechosas, ella sabe que hay que hacer, ella sabe de que hilos tirar, tras la implicación de varias personas en la comisaría trece nadie esta exento de ser sospechoso.

No tarda mucho en presentarse, esta vez algo ha cambiado, el cuerpo esta en mitad de un campo de golf, un lugar demasiado descubierto pero la metodología parece la misma, incluso han pintado en la hierba símbolos, los mismos que dejaron impresos en las paredes del fuerte en el bosque negro, si es una imitación es realmente buena.

Virginia se mantiene en pie muy cerca del cuerpo, su pelo largo y negro es sacudido por el viento, los agentes de Box Elder la miran con desprecio, la conocen cómo Lakota, su piel tiene un tono rojizo que delata sus orígenes, algo que no parece gustar a esa panda de xenófobos.

Alex y el otro detective se mantienen tras ella, observan cada movimiento de esos hombres, perciben la forma en la que miran a la capitán pero callan, tan solo observan todo detenidamente, cualquier comportamiento extraño, cualquier movimiento fuera de lugar.

Después de un largo rato, al fin el forense de la zona da paso a los agentes de Rapid City, Virginia tiene una orden por la cual la jurisprudencia del caso pasara a ser competencia de la comisaría trece, estos dos meses investigando este tipo de crímenes les otorga la autoridad que necesitan para quitarse de en medio a otros policías que no sean del grupo especial que ha creado la capitán. 

Ahora que el escenario les pertenece examinan cuidadosamente todo, van metiendo en bolsas de plástico cuidadosamente trozos de hierva, restos de pintura, tierra, papeles que pueden haber sido arrastrados por el viento, cualquier cosa podría ser una pista, cuando han terminado Alex avisa al forense Anderson para que se persone y realice el levantamiento del cuerpo, se lo van a llevar a Rapid City para realizar la autopsia.

De vuelta en la comisaría y antes de que Alex se marché al deposito, Virginia se asegura de cruzarse con él por los pasillo, ahora tiene un asunto pendiente y sabe que Alex esta nervioso por la conversación de hace un rato.

-Alex, perdona que antes nos hallamos quedado a medias, ¿podrías escaparte un par de días conmigo? -Las mejillas de Virginia se sonrojan -Disculpa a sonado fatal, no quería…

-No, no… tranquila

-Es por la fotografía y las hojas del diario, he recordado algo que mi abuelo me contaba de pequeña, solo son leyendas pero tal vez tu puedas darle sentido

-Si, claro, mañana paso a recogerte temprano -Alex también se sonroja

-Pues… quedamos así, pásate por mi casa y lleva ropa de abrigo, la necesitaras. Hasta mañana

-Hasta mañana -La mira de reojo tímido y algo nervioso.

Alex sale de la comisaría algo alterado por la invitación de la capitán Walker, también esta bastante nervioso por lo ocurrido en Box Elder, no puede evitar sentir que el silencio de estos dos meses se ha roto y que de nuevo el ruido que por un segundo parecía haber dejado atrás vuelve a su vida para destrozarla, sus emociones se disparan haciendo regresar al viejo Alex, ese que va a volver a entrar en la primera tasca que encuentre en el pueblo para pedir un trago de Bourbon. 


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