Chorradas, Zombis y mas

El primer dia del Apocalipsis

apocalipsis

Hace unos meses hubo una explosión en una fábrica de medicamentos no muy lejos de mi casa, mucha gente murió aquel día, otros con el tiempo fueron cayendo víctimas de las toxinas que flotaban en el aire, pero no permanecieron muertos, una combinación de agentes químicos provocó una mutación en los cadáveres, tras esto se levantaron y comenzaron a aniquilar a la población. Todo el que permanece vivo es un sugerente menú para ellos.

Hoy es el primer día en el que está claro que esto se acaba, la radio ha caído, no hay señal, ni emisión, estamos solos y hambrientos esperando la extinción.

Irónicamente internet funciona, estoy cansada de leer WhatsApp absurdos del grupo “supervivientes del Apocalipsis”, en lugar de quejarme voy ha hacer algo y voy a ver unos cuantos capítulos de The Walkin Death, intento aprender a matar a esos come carne de manera rápida y efectiva.

Cojo ideas y busco por casa posibles armas, cuchillos, sartenes y el rodillo de cocina van directamente a la bolsa del Carrefour que es ahora mi armería portátil, suena cutre pero desde que no dan plástico en el súper… vamos que era esto o una sucia bolsa de basura.

Me da la risa por un instante, yo no soy ninguna heroina, tan solo trabajo en una tienda arreglando móviles y ahora tengo que equiparme para sobrevivir a una peli de zombis.

Las tripas me rugen, la nevera esta tan vacía que se escucha el eco al abrir la puerta, mis gatas Misha y Pikachu también me miran con desesperación, no queda otra, voy a tener que bajar al Mercadona de debajo de casa, enfrentarme a los mascadores y rezar para encontrar algo que llevarme a la boca. 

Me preparo para la guerra, con unos cinturones me ato la armería portátil, me aseguro de que el mango del cuchillo esté bien a mano, he quitado el cristal oscuro de la careta de soldar y le he colocado unos trapos simulando un babero, no quiero tener que preocuparme porque se tiren a mi cuello, los zapatos de seguridad también forman parte de mi atuendo, las punteras de hierro pueden ayudar a escacharles el cerebro.

Bajo hasta él patio, estoy decidida, no hay miedo, la manilla de la puerta está diciéndome “venga abre”, antes de que me dé tiempo a pensar ya estoy fuera.

La calle está tranquila y no se escucha nada excepto a los pájaros que vuelan por el cielo, camino rápido sin pararme, tan solo tengo que recorrer unos cincuenta metros, corro lo más deprisa que puedo. 

Llego tarde, aquí no queda nada, tan solo en un estante veo sacos de pienso para perro, suficiente, pesan mucho, cojo dos y salgo corriendo, llego a casa y los abro esparciéndolos por el suelo, las gatas no comen, engullen, ¿estará bueno?, a estas alturas me da igual, me agacho y como igual que un animal, la boca se me queda pastosa, sabe a cartón mezclado con tierra, hoy puede pasar pienso, pero al rato me pongo de los nervios, sigo teniendo hambre y estoy literalmente hasta los huevos.

La puerta de casa se abre, mi marido aparece y no viene solo, Raul y Leticia le acompañan, han estado unos días apañando un par de furgonetas, las han blindado con hierros, nuestra querida citroen parece un monstruo, han traído un par de escopetas y unos cuantos machetes caseros, les cuento mi excursión al Mercadona, mi marido se enfada por mi atrevimiento.

Tenemos que conseguir comida o moriremos, la única esperanza es intentarlo en sitios grandes lo que significa más peligro, los centros comerciales están plagados de muertos.

Con los vehículos bien forrados de chapas decidimos ir al sitio mas enorme de todos, Puerto Venecia, no solo hay supermercado, también tiendas de animales con clínica veterinaria que seguro aun están llenos de medicamentos. 

Al llegar a la rotonda de la Z cuarenta ya les vemos, andan de medio lado, otros tan solo se arrastran por el suelo, les pasamos por encima con la furgo escuchando como explotan al escacharles contra el suelo, me recuerdan a los granos de maíz sobre una sartén que arde calentada sobre el fuego, ummm que ricas palomitas… 

Seguimos conduciendo pero esto está plagado y parece imposible que podamos entrar a pie, nuestro plan de suministros se va al garete, en este momento mi cerebro rememora la sabiduría del dios del sarcasmo, ¿que haría el doctor House?…  enseguida viene a mi cabeza la respuesta, “no te imaginas las cosas que se pueden arreglar con una motosierra”.

Voy a alunizar de manera inminente contra la puerta de Leroy Merlín.

Continuara…

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